¿Un sueño hecho realidad? (10) - Relatos Eróticos

¿Un sueño hecho realidad? (10)

... abrazó contra su pecho dejándola desahogarse un rato. Podía notar que apenas hacía ruido, solo tragaba hipo y se apretaba a ella buscando consuelo.

Los minutos se hicieron eternos. Oli buscó un pañuelo de papel en el bolso y se repuso. De paso, sacó también la bolsa con sus bragas.

—Sumisión química. Fui a echarle una mano por una caída en su piso. Me ofreció agua, hacía calor y me la bebí de un trago. No recuerdo lo que pasó después. Desperté en la cama, en casa de Óscar: el hijo de puta le dijo que me había desmayado por tensión baja y se fue tan campante.

—¡Pero qué me dices! ¿Sabes quién es?

—Un vecino de mi hijo que dejó ayer el piso. Nadie más lo sabe. Solo tú.

—¿Ni quisiera… Toño?

—¡No! Paula, aún estoy asimilándolo. Quiero esperar a saber los resultados. Imagina que tengo algo… que ese cabrón tiene sífilis o… yo que sé… —Sollozó.

—No pienses en eso ahora. Oli, tranquila… Creo que te entiendo… Habrás ido a la Policía, supongo…

—No.

—¿No? Tienes que denunciarlo, por el amor de Dios. Si te lo ha hecho a ti, lo habrá hecho más veces. —Volvió a abrazarla—. Puedo ir contigo si quieres. Pero tu entorno tiene que saberlo. Por lo menos Óscar y Toño. Te apoyaremos.

Se hizo un silencio liviano. Oli clavó sus ojos en la bolsa y dijo:

—Son mis bragas con restos de su semen: así me di cuenta de lo que me hizo. Eso y dos hematomas en los muslos son su marca… Paula, nunca en mi vida me había sentido tan sucia, tan… usada… —Volvió a llorar.

—Lo imagino, nena… —Le dio un beso tímido en la mejilla—. Pero ahí está su ADN. La Policía tiene que saberlo. Podrán pillarlo. A lo mejor, si no lo han hecho hasta ahora, es precisamente por eso, por falta de pruebas. Tienes que denunciarlo cuanto antes. Hoy a ser posible.

—¿Podrías pasarle esta prueba a tu hermano en la más absoluta confidencialidad?

—Oli, mi hermano es policía, pero no pueden hacer nada si no hay una denuncia. Hay que hacer bien las cosas.

Terminó el café, tomó aire y se recompuso. Eran casi las 07:30 y aún tenía que desayunar y cambiarse para empezar la jornada.

—Te propongo un trato: que tu hermano coteje esta muestra con el banco de datos de la policía y si el tío tiene antecedentes, al menos ya sabemos que ha hecho más cabronadas. Por supuesto que lo denunciaré, pero ahora mismo me preocupa más saber si estoy sana, Paula. —Le clavó una mirada entre exigente y suplicante.

Los ojos enormes de Oliva eran de un verde oscuro, brillante por las lágrimas, la urgencia, la desesperación. Resultaban tan elocuentes como el más explícito de los discursos.

—Te aprecio mucho, me ayudaste durante mi divorcio y eso no se olvida. Yo haré mi parte si tú haces la tuya. —Volvió a tomarle la mano—. Por tu bien… y por el de todas nosotras.

Ya con el pijama de trabajo puesto, Oli subió a la cafetería y bebió un zumo de naranja con una pulguita de jamón serrano sin sal. Sonrió leyendo un mensaje de Antonio:Gracias por el café, pero sabe mucho mejor estando ...