1. Un delicioso día de playa con mi ex suegra


    Fecha: 16/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... parar el tiempo, Marcos? No quiero acabar esta noche.
    
    —Imagino que no. Lo que tenemos que ser capaces es de encontrar una forma de burbuja donde podamos aislarnos del resto del mundo.
    
    —Me encantaría, pero ¿estarías tú en esa burbuja?
    
    Me callé, tenía razón. Proponía algo idílico, que sabíamos que sería irrealizable. Me acerqué a ella, la abracé a la vez que se apretó contra mí, agradeciéndome mi regalo besándome con sus ojos brillando como láseres, y percibiendo que se había cargado el arma que iba a cumplir su fantasía.
    
    Sintiéndonos seguros por el manto protector de la noche, bajo una bóveda celeste estrellada, como náufragos solitarios en esa playa, iniciamos el ritual de su fantasía, con el eco del ruido lejano de la terraza del chiringuito, dejando en el camino al mar, sobre la arena nuestra ropa, a modo de guía para encontrar el camino de vuelta.
    
    De la mano entramos al agua, con el color verde de los litorales de rocas de mar. Nos metimos unos metros, donde aún podía yo sostenerme bien con mis piernas, con el agua hasta la cintura. Nos zambullimos, y al emerger, busqué la perla de su lengua, incitando a mis manos a trepar por su cuerpo, pegadas a su piel, suave como el terciopelo, hasta alcanzar sus pechos, disfrutando con calma, de ese manjar.
    
    El agua terminó de eliminar los vapores del vino ingerido durante la cena, mostrándonos el camino que queríamos recorrer antes de ver al amanecer triunfar de nuevo sobre la noche. Abrazó mi cintura con sus piernas, ofreciéndome su coñito salado y húmedo, para ser penetrado de un arponazo.
    
    —Cumple mi fantasía mi capitán —me dijo con una sonrisa forzada.
    
    No había besado jamás unos pechos tan firmes, ni besado unos labios tan húmedos, ni follado jamás con un ser marino, porque esa criatura, sin apoyo de sus piernas, parecía una sirena. No había paisaje marino más increíble que verla desnuda abrazada a mi cuello, moviéndose sobre mí, jadeando, y susurrando, «fóllame Marcos».
    
    Las caricias de las olas, modulaban la pasión que follarme a Julia a plena luz de la luna me producía. Rescaté las caricias que por la tarde inventamos y sentí que prefería la dulzura de hacerle el amor, a la brutalidad de follarla.
    
    Lentamente su expresión se fue asalvajando, su cara se transformaba cuando se acercaba su orgasmo, empezaba a conocerla bien, ya no tenía ninguna duda que quería disfrutar de ella en mi vida, no podía dejar que a las doce de la noche ese pibón desapareciera y se reconvirtiera de nuevo en una amiga de mi madre, o en la madre de Caty.
    
    Su grito atronador en el silencio de la noche, confirmó que la primera parte de la fantasía se había cumplido. Pero mi polla seguía firme, y mis piernas cansadas. La tomé en brazos, hasta que cerca de la orilla, el mar dejó de ayudarme a sostenerla, y casi arrastrándonos, nos tendimos cual náufragos en la playa.
    
    El olor salino de la espuma del mar, la caricia suave y fresca de la arena, las constelaciones de estrellas testigos de nuestro ...