1. Un delicioso día de playa con mi ex suegra


    Fecha: 16/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... encuentro, fueron drogando mis sentidos hasta sacarlos a flor de piel, y a luz de luna. Tendida en la arena veía el perfil majestuoso de sus dos picos a modo de cordillera frente a mi vista, y bajando la mirada, al fondo de un valle entre dos piernas que simulaban un cañón, encontré su coñito brillando a la luz de la luna, que se reflejaba en las gotas de agua de mar que corrían por su piel.
    
    Rearmado mi ariete ante esa vista, me subí sobre ella, como un pirata al abordaje, la nombré segunda de abordo en mi nave, aunque la primera abordo de mi nabo. Aunque permanecíamos encallados en la arena, sus movimientos al timón eran armónicos, y lejos de sentirnos incómodos en esa situación, confiando ciegamente en ella, le ofrecí mi espada, a lo que ella cuidadosa, reaccionó guardándola en su vaina, bien engrasada del polvo reciente.
    
    El brillo de sus ojos mientras nos amábamos, era el faro que señalaba el peligro de acercarse a su costa, pero ya era tarde. Me había precipitado al vacío de sus labios. Mientras oíamos de fondo, la banda sonora del suave rumor de las olas, yo hambriento de cariño, mientras la comía a besos, me corrí dentro de ella.
    
    La confluencia de astros, mar y luna se habían confabulado a nuestro favor. Mi estrella de esa noche me había iluminado, y me había concedido el deseo de poder follarme a esa maravillosa criatura mitológica.
    
    Según avanzaba la noche, el fuego de la pasión se fue apagando y los dos caímos en ese estado post coital, en el que sientes la paz universal. Me veía abrazado a su cuerpo reluciendo bajo el reflejo de la luz de la luna.
    
    Manchados de arena, y aun mojados, nos pusimos camiseta y bañador, y caminando abrazados, arrastrando nuestros pies por el agua, regresamos al chiringuito como dos náufragos que sobrevivimos a un naufragio, desplegando nuestras artes amatorias sobre la arena, y ahora iniciábamos una nueva etapa en la selva de la sociedad.
    
    Recorrimos el trayecto de vuelta, ella acurrucada a mí, sin hablar palabra en silencio, temiendo que al hablar desapareciera la magia. Respeté su cuarto de baño para que se duchara, y yo lo hice en el de servicio.
    
    Al salir, la encontré acostada, con un camisón de verano, transparente, sin ropa interior, en posición de brazos extendidos esperando que entrara en ellos para cerrarlos. El moreno de estos días en su piel destacaba el color claro de sus ojos. Se abrazó a mí, con su maravilloso olor a coco.
    
    —Abrázame. Quiero dormirme con la imagen de hacer el amor contigo en la orilla.
    
    Quise demostrarle que era mucho más que un polvo, más que el montón de polvos que le había echado esos días. Cumplí sus deseos y exhaustos y felices, nos quedamos dormidos.
    
    Lo sucedido esa noche no podía ser parte de una fantasía, porque no se puede imaginar algo más romántico, y más … salvaje. De repente, antes de caer dormida, alzó su cabeza y preguntó de improviso.
    
    —¿Has estado en el Algarve? Podríamos irnos el próximo fin de semana —dejó caer insegura de mi ...
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