1. EL DETECTIVE PRIVADO. (10)


    Fecha: 14/03/2019, Categorías: Hetero Autor: GUILLEOS1, Fuente: SexoSinTabues30

    ... básquet y calzaba zapatillas.
    
    Evidentemente, las fotos que ponía en las Redes Sociales, tenían varios años de antigüedad, pero, sin dudas, que era el mismo tipo, del otro no pude ver mucho porque se despidió, subió a la camioneta, retrocedió y luego se alejó, apenas si me dio tiempo para anotar el número de la patente del vehículo. Se me hacía que el tipo era un solitario, si tuviera mujer no tendría la casa tan abandonada, ni el jardín del frente tan descuidado. Esperé unos cinco minutos y me mandé a la casa llevando en el bolsillo de la campera un rollo de cinta de embalar.
    
    Las charlas que me daban en la Agencia en que tomaba el Curso de Detective, hacían hincapié en que había que averiguar bien con cuantos me podía encontrar, hacer un relevamiento del lugar con vigilancia incluida para después poder actuar. No le di pelota a eso, yo quería actuar rápido y sin perder más tiempo del debido, pero cuando estaba a punto de golpear las manos, escuché al tipo vociferar,“no me rompas las pelotas, en un rato te llevo la comida”.
    
    Eso me hizo replantear todo, había más gente adentro de la casa y me vi obligado a retroceder. Ya vería como lo encaraba. Regresé al auto y volví para mi casa, era evidente que había alguien más adentro, podía ser un chico o una persona anciana a la que tenía que atender. Estaba un tanto frustrado porque el trabajo lo podría haber hecho igual, pero, me surgieron dudas y eso era lo peor que me podía pasar, enseguida pensé enAndrea para que me ayudara y enPedro.
    
    El talPedro era el tipo al que le había roto la muñeca cuando me atacó con la barreta, mandado por el“suicidado” Administrador de la Estancia deRaúl, ese no tendría problemas en dar la cara y en, llegado el caso, darle una soberana paliza al“pelado” de la casa, lo cual me evitaba exponer mi cara.
    
    Me había olvidado de esos dos y ahora iba a necesitar de sus servicios, por lo menos de uno de ellos. Lo llamé citándolo para las tres de la tarde del domingo en un bar cercano a mi edificio y le recalqué que viniera solo, me contestó que contara con él, que era hombre de palabra y que le venía de maravilla porque necesitaba unos Pesos.
    
    Al llegar al estacionamiento me quedé un rato sentado dentro del auto tratando de centrarme en los pasos a seguir, no quería volver a tener dudas como las que había experimentado frente a la casa del“fulano”. También me decidí por otra cosa y para eso subí al departamento deAndrea. Esta vez me atendióAndrea y, al pasar al interior, la saludé aLuisa que estaba ordenando los bártulos que había traído de su anterior domicilio.
    
    Los dos le dijimos que lo hiciera y nos pusimos a buscar los datos, en realidad, fueAndrea, yo tenía algún tipo de noción, pero“la ratita” me dejaba a la altura de un trapo de piso al manejar el teclado. Enseguida obtuvo lo que quería, los dos miramos el monitor y volvimos la cara para mirarnos con la sorpresa dibujada en nuestros rostros. El nombre que aparecía en la pantalla era el del primo ...
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