1. La Libertad III_32: día 12_aperitivo... y comida


    Fecha: 18/07/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: laualma, Fuente: TodoRelatos

    ... las distancias y se fue directo contra una esquina, estampándose el rabo duro contra aquel filo molestamente rugoso. Las tres nos reíamos mientras le veíamos recular, con las manos entre las piernas tratando de agarrarse el dolorido cipote.
    
    Para mi sorpresa, Pablo fue al jardín a buscar la ropa, en lugar de cogerla de mi vestidor. Y, claro, no tardó en aparecer con los gayumbos rotos que se había puesto antes de su masaje, y que María y yo habíamos terminado de rematar, haciéndole tremendo siete en el culo.
    
    - Toma, prima – me dijo, extendiéndome un guiñapo mojado.
    
    - Joder, Pablo ¿pero esto qué es? – le dije, cogiendo aquellas braguitas de Nur que había llevado yo por la mañana.
    
    - Tía, ¡qué peste a pescadazo! – Me dijo ella – Más te vale que se vaya el olor, porque desde luego…
    
    - Como si no te gustara a ti el olor a chochamen de Lau – rio María. – Pablo miraba alucinado aquella tela absolutamente cubierta de manchas blancas resecas y con una plasta mucosa y brillante en todo el medio, que casi parecía un coágulo de semen recién ordeñado.
    
    - Anda, poned la mesa en el salón casi, que fuera va a hacer demasiado calor. Yo voy a cambiarme – dije, resignada.
    
    La verdad, toda aquella escena me había dejado inexplicablemente avergonzada pero, una vez a solas, entendí que era un buen momento para tratar de volver a sacar una mínima ventaja de nuevo, por lo que recuperé un tanguita viejo que no estaba demasaido tocado y me lo puse. Me quedaba algo pequeño, lo cual venía a significar que, vista por detrás, parecía estar totalmente en bolas todavía. Por delante el reducido triángulo de tela blanca y transparente me marcaba los labios de una forma bastante escandalosa. Hala, ¿queríais bragas?, me dije. Pues, ¡toma bragas! Aquella prenda me quedaba tan justa que apenas era capaz de recoger mis labios mayores, dejando el monte de venus y parte de la vulva, incluso parte de la raja, completamente salida por fuera. En un arrebato de locura, decidí probarme también el sujetador de aquel conjunto, y el espectáculo era tan sublimemente exagerado como me había temido: los finísimos triangulitos de aquel sujetador era tan mínimos también que a duras penas conseguían sujetar mis tetas, que colgaban prácticamente como si no llevara nada. De hecho hasta la mitad de mis abultadas areolas se me salían directamente fuera, aunque aquello era tan transparente que lo mismo daba. Además, que estaba tan empitonada que los pezones, endurecidos como gordas canicas, parecían amenazar con desgarrar aquel sutil e inservible velo. Llevar aquello era una provocación directa, después de cómo había puesto a Pablo en la cocina. Pero, después de mirarme al espejo… ya no era capaz de pensar en nada que no fuera presentarme así ante él. ¿Quería que fuera su puta? Pues aquí me tenía.
    
    Para rematar la jugada, y como todo aquello me había vuelto a acelerar demasiado, me asomé a mi baño y metí la cabeza bajo el agua fría. Estaba acalorada, aunque en realidad creo que estaba ...
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