Soy una buena chica - Relatos Eróticos

Soy una buena chica

... amenaza. Una vez mas no me hace ni puta gracia. Vuelvo al patio. Coloco la botella y cuatro vasos grandes (no de chupito) en la mesa.

- ¡Ostias! ¡Pedazo chupitos nos vamos a meter! Jajaja – Grazna el más joven.

Pablo acaba de barajear mientras yo acabo de sentarme ante la incesante mirada de todos ellos.

El juego comienza y se desarrolla con aparente normalidad. Las manos pasan y todos ellos han perdido la ronda alguna vez antes de que yo tenga que tomarme el primer trago. Por suerte, para cuando la botella se acaba, soy la que menos veces he perdido, seguida de Pablo, el Largo y el chaval, respectivamente. Este último ya mostraba evidentes signos de achispamiento, algo que yo misma intento disimular, ya que aunque he bebido menos que ellos, al no estar acostumbrada, siento cierto mareillo agradable en mi tripita por culpa del alcohol.

- ¿Y ahora qué? – Dice el Largo, al contemplar el fondo de la botella a penas con un pequeño poso.

Tras pensarlo unos instantes, sospechosamente pocos a mi parecer, Pablo decide proponer algo:

- ¿Os parece que cambiemos los chupitos por “castigos”?

Rápidamente niego con la cabeza.

- Tranquila pequeña, nada serio, pequeña putadillas, para seguir con el buen rollo ¡Va! ¡Decidido! Quien gane la mano elige el castigo de quien pierda.

Incapaz de evitarlo, continúo jugando. La suerte me acompaña, y después de una buena racha Pablo ha ganado un par de manos, una a cada uno de sus socios, haciendo que ambos se queden en gayumbos. El más joven ha hecho, tirarse de cabeza y vestido a Pablo en la única ronda que ha ganado él y perdido el otro, mientras que yo, al no ganar ni tampoco perder, me quedo como estaba. Dentro de lo malo mejor que bien, podría decirse.

Pero lo bueno no dura para siempre, y a la enésima mano perdí, siendo Pablo el ganador de la mano. Siguiendo la “lógica” no escrita de los anteriores castigos o me pedirían tirarme a la piscina o quitarme la ropa, algo que no estaba dispuesta a hacer por lo que mientras la mesa armaba jolgorio en torno a mi fracasada mano yo procuraba hacerme pequeñita, queriendo desaparecer. Algo que evidentemente no sucedería.

- Tranquila niña – dice el jefe al verme tan asustada – somos caballeros, déjame que piense algo que sea divertido y no te deje en evidencia.

El mas joven no dejaba de mirarme y darle codazos a Pablos, trasmitiéndole algo que aunque yo ignoraba estaba mas que claro que ellos ya tenían previamente hablado.

- ¡Lo tengo! Vas a bailarle un minuto a nuestro joven amiguito – dice Pablo al fin.

- ¿Qué? – digo aturdida.

- ¡¡TOMAA!! – grita eufórico el más joven

El mas alto simplemente se meaba de la risa.

- No.. no entiendo ¿bailar?

- Si mujer si, un bailecito picantón ya tú sabes… - aclaró con falso acento caribeño el más alto – voy a por la música.

Mientras se va a poner algo de música en el equipo del salón, Pablo me explica que el chaval estaba “enchochado” de mí, cosa “lógica” porque no conocía mujer, así ...