Soy una buena chica - Relatos Eróticos

Soy una buena chica

... embadurno de mis babas sin ningún remilgo.

Oigo la voz de Sergio, como en un sueño, llamándome, pero no tengo fuerzas de voluntad para parar de comer este manjar divino que es la polla de Pablo. Ya no importa si le hago correrse o no, solo que esta sensación que vivo no pare, es adictiva y me gusta.

De manera brusca me aparta de él. Mi cabello cae sobre mis pegajosos hombros mientras abro y cierro la boca como una pececito fuera del agua.

- ¡Joder con Blanquita! – Jadea Pablo – Es una comepollas de campeonato, debes estar contento ¿Eh Sergio?

Sergio llora, me observa devastada y emputecida, drogada de sexo mientras miro la polla de Pablo que palpita triunfal, gorda, brillante y dura a pocos cm de mi cara.

Pablo se levanta y tirando de mi barbilla hace que yo también me incorpore. Agarra mi bikini y lo rasga sin piedad, zarandeándome en el proceso sin que yo oponga la más mínima resistencia.

Veo su polla, mis manitas quieren tocarla, adorarla sobarla.

- Quieta zorrita, ahora eres tu mi juguete jajaja. – ríe socarronamente Pablo impidiendo que toque el ídolo de placer que es su rabo para mí.

Como antes, me agarra de la mano y me hace ir al otro extremo de la mesa. Sin a penas esfuerzo me levanta y coloca mi culete en el borde de esta, sentándome de espaldas a Sergio, con sus secuaces flanqueando la mesa a ambos lados.

Su pecho peludo esta frente a mi cara, siento sus caderas calientes entre mis rodillas y percibo cuando me empuja casi con delicadeza para que me acabe de tumbar sobre la mesa.

Mi cabeza queda colgando por el otro extremo. En mi campo de visión veo a Sergio “del revés” mientras en un gesto reflejo agarro los bordes laterales de la mesa con mis manos.

Pablo se aproxima más, siento su calor entre mis muslos, su polla gorda, larga, dura se frota sobre mi pubis, casi llegando a mi tripita. El calor de semejante monstruo me hace volver por un instante en mí.

- Noo… por favor, no me folles, es enorme, no me va a caber…. Por favor.

- Ufff, peque, ni San Pedro te salva de que te la meta a estas alturas.

- Por favor, no… uhmmmm- El muy cabron esta sobando con su glande mi clítoris mientras le suplico que pare – a pelo no…

No responde, solo levanta algo mis rodillas con sus manos mientras siento algo enorme, inabarcable para mi estrecha rajita presionar contra ella.

Largo y Chaval no se quedan quietos, me soban las tetas, uno cada uno mientras se masturban a escasos cm de mí.

Sergio llora, niega con la cabeza, mientras me mira a punto de ser inmolada a estos brutos.

- Vamos allá… - susurra Pablo

Embiste lenta pero consistentemente contra mi coño con su tremendo ariete de carne. Siento como mi flor se abre, dilatándose, dando paso a su capullo embadurnado de mis propios jugos. Casi puedo sentir como mis caderas crujen y se abren al sentir como poco a poco, milímetro a milímetro mi coño estrechito y casto es penetrado por esa bestia del sexo.

Bufo, jadeo, siseo y gimo. Mi espalda se ...