Soy una buena chica - Relatos Eróticos

Soy una buena chica

... mí misma, consciente de que el no podrá verme la cara, porque noto como su polla brinca y palpita presa de mi pequeño cuerpo. Pero la sensación de triunfo es fugaz, su lengua recorre mi cuello lentamente, recogiendo las gotitas de sudor que se escurren de mi cabello en dirección a mis hombros.

El simple tacto de su lengua contra mi piel me impacta aturdiéndome, y justo ese, ese momento de parálisis, el primero desde que he empezado a frotar mi culo contra su polla, es el que el aprovecha para levantar los brazos y abarcar con sus grandes y toscas manos mis tetas.

- Ahmmmm… - gimo involuntariamente.

- Uffff, joderr, no me extraña que Largo se corriera al tocartelas, que tetas niña, que tetas, uhmmmm – me susurra lamiéndome el cuello mientras magrea sin piedad a través de la tela mis extremadamente vulnerables pechos.

¡¡Reacciona!! Grita mi conciencia al sentir como la tortilla se va dando lenta e inexorablemente la vuelta.

Mordisquea el lóbulo de mi oreja, mientras con sus dedos en pinza estimula exquisitamente al mismo ritmo mis pezones. Mi cuerpo es una llama, y soy lastimosamente consciente que mi sexo comienza a encharcarse.

- Bufff, Blanca… preciosa, hacía tiempo que una putita no me llevaba a este punto.

Sus humillaciones verbales, atraviesan mis mermadas defensas mentales sin que pueda hacer nada.

Sus manos cesan la tortura a mis pezones y cuando las retira de sobre mis pechos, relajo la espalda, quedando sudorosa y gimoteante colgada de mi propia columna, sintiendo mi coño encharcado, mis tetas en llamas y su polla, su monstruosa polla dura como el acero al rojo contra mi columna emergiendo de entre mis nalgas.

Sus manos, deshacen mi coleta, haciendo que el riego recorra mi cuero cabelludo, adormeciendo aún más mi maltrecha voluntad.

Sin pausa, baja sus manos recorriendo el perfil de mis hombros, sujetando mis codos, levantando mis desmanejadas manos por encima de mi cabeza y haciendo que le abrace con la palma de mis manos su pelo pringoso de gomina y sudor.

Con mis tetas bien altas, fruto de la postura a la que me había acomodado el mismo, dirige sus manos a mis costados y cuando ya anticipo sus manos aferrando de nuevo mis pechos, hábilmente se cuelan entre mi piel y el bañador, empujándolo y destapando casi simultáneamente ambas tetas a la vista de todos los presentes.

- ¡Joder que peras! – Oigo que dice el más joven y su voz hace que le mire por primera vez después de hacer que se corriera y compruebo que está de nuevo masturbándose sin dejar de mirar mi desnudez.

Oigo la sonrisa socarrona de Pablo en mi oído.

Sus manos ahora sí, sin barricadas que me defiendan, se ciñen poderosas y ardientes contra mis tetas.

- AAhhhmmmmmmmm – vuelvo a gemir al borde mismo de la derrota.

- Ya sabía yo que estas tetas… iban a ser un problema: pero para ti.

Sergio observa alucinando como su niña, la muñequita de sus sueños, gime y se contonea en manos de un desgraciado que le tiene atado en una silla ...