Soy una buena chica - Relatos Eróticos

Soy una buena chica

... poco a la imaginación sobre lo que esconde.

El mas joven me pilla centrada en el paquete de su líder y anima, sin remilgos, a que se destape del todo. Antes de que me de cuenta, de un movimiento rápido se baja el calzoncillo liberando una polla, gorda y flácida… de unos 15 cm. Tardo unos segundos en procesar que si mide eso en reposo en erección puede ser monstruosa.

Desvío la mirada, por un instante se cruza con la de Sergio, que observa con gesto indescifrable el culo de Pablo y más allá de este a mi sonrojada mirando el pene de otro tío. Antes de que el rubor inunde por completo mi cara, desvío la mirada de nuevo y la clavo en la mesa, al parecer uno de los pocos lugares seguros para mi vista en todo el patio.

Sin siquiera volverse a poner la ropa interior, el que perdió la anterior ronda reparte cartas. Azorada y totalmente descentrada cometo el error de pedir carta de más y me paso, perdiendo la mano. Todos menos Sergio, evidentemente, aplauden este giro de los acontecimientos. Desesperada trato de evadir la situación alegando que estaba distraída, que no quería pedir pero que se me fue la cabeza, mientras ellos juegan con mi desesperación, hasta que sorprendida, Pablo, que es quien había ganado la mano decide perdonarme con la condición eso sí de que de ninguna de las maneras podré negarme a cumplir el siguiente castigo cuando se diera.

Reparto cartas. Me centro en volver a ser conservadora en mis apuestas. Mi mano no es mala. Uno a uno van pidiendo cartas. Un sudor frio empieza a recorrer mi espalda cuando el joven primero, Pablo y por último el Largo aciertan las 21. Solo acertando yo también me libro de perder. Para mi desgracia no es el caso: la mesa vuelve a estallar en risas y vítores.

- ¡Gano yo! – Reclama el chaval.

- Así es – apostilla Pablo

- ¡Quiero que ella me la pajee!

- ¡¡NI DE COÑA!! – Grito desesperada

- ¡Blanca! – Me corta con heladora severidad Pablo – sabes las normas, ya te he perdonado y aceptaste la condición, ahora tendrás que cumplir como una buena chica.

- ¡Pero no es justo! ¡Es desproporcionado!

El chico protestaba a la vez que yo. Un barullo de voces se levantaba cada vez más alto en el patio, tal vez por ello, por temor a que alguien en la calle oyera el lio Pablo intercedió.

- ¡Está bien! Haremos esto:

Ambos fuimos a protestar, pero se nos cortó la voz al ver su gesto. En vez de eso el chaval sacó una carta del montón. Un mínimo trozo de suerte me sonreía: era un 2 de copas.

El Largo se prepara para medir el tiempo. Guiada por la mano firme de Pablo, aun en pelotas, me coloco de rodillas frente al chaval joven que no podía por ningún medio ocultar su erección por debajo de su boxer.

- Comienzan los dos minutos – Anuncia el Largo.

Un carraspeo amenazante de Pablo basta para que ponga mis manos sobre el tembloroso bulto del boxer del más joven. Le oigo gimotear, nervioso, anhelante, mientras mis manitas recorren el bulto oculto tras la tela de su ropa interior. ...