Soy una buena chica - Relatos Eróticos

Soy una buena chica

... otros dos.

Realmente no sabe bailar, me pisa y chocamos mutuamente por la ausencia total de ritmo que tiene.

A penas ha pasado un tercio de la canción cuando percibo que baja su mano de mi espalda a mi culo. Inmediatamente con mi mano libre, trato de llevársela de nuevo a mi espalda. Lo consigo, no sin cierto forcejeo. Pero no tarda en volver a bajarla.

Más que bailar, luchamos: yo por evitar que su mano se apodere de mi culo, el por colar su mano entre el escote del bañador y la falda y mi piel.

Ante el forcejeo, Pablo interfiere “mediando”, dice que yo no le dejo cumplir su pena a el largo porque lucho contra el y a la vez dice que un caballero y bailarín nunca se aprovecharía así de una dama, por lo que al final dictamina que me puede tocar el culo, pero por encima de la falda.

La música sigue y la mano del baboso del mas alto estruja mis cachetes y sobetea mi culo a través de la tela, si yo a penas poder hacer nada por sentirme acariciada por ese desconocido.

Por suerte, la música acaba pronto, hemos gastado la mayor parte del tiempo luchando y a penas me magrea el culo unos segundos antes de que me separe de él acalorada y muerta de vergüenza.

Mientras vuelvo a mi sitio, no puedo dejar de percibir una mas que evidente erección en el boxer de mi compañero de baile, mientras oigo como Pablo me da la enhorabuena por haber sido “tan buena chica”.

Aprovecho la oportunidad y pido que dejen ponerse a Sergio en la sombra, a lo cual acceden “por buen comportamiento”, aunque más mío que de mi novio, según me hacen saber. Al poco vuelven a repartirse las cartas.

Siguiendo mi estrategia conservadora, consigo evitar perder, pero es muy difícil ganar. Por su parte nuestros raptores, no se cortan y eso provoca que la suerte les de la espalda más cruelmente que a mí. En la siguiente mano, quien pierde es Pablo y quien gana es el más joven.

Dispuesto a hacerle pasar un mal trago a su mayor, le ordena que haga un striptease. En ningún momento el muy descarado puso pega a su castigo.

La música elegida fue “nueve semanas y media”, como no podía ser de otra forma cumpliendo con el topicazo. Pablo, empieza a moverse sin demasiada gracia delante nuestro. Ahora que lo observo con más detenimiento dudo sobre su edad, su cara me sigue pareciendo mas cerca de los cincuenta que de los cuarenta, su cuerpo dista mucho de estar tonificado o en forma. A medida que se desabrocha el húmedo mono de la prisión, mojado aun por su zambullida en la piscina, veo un cuerpo maduro pero no fofo, fuerte, pero no marcado, con abundante vello en el pecho pero no en la barriga, que sin ser grande ya muestra cierta curva.

Observo seria el tosco baile, mientras los otros dos hacen payasadas, del tipo de tirar dinero ficticio ante los contoneos de Pablo. Calcula bien el tempo de la música y para cuando termina se ha quedad como sus compañeros en ropa interior, pero él no usa boxer, usa un slip tremendamente ceñido y algo pasado, que evidentemente deja muy ...