Regalo de Navidad - Relatos Eróticos

Regalo de Navidad

... correrse sin que la tocara, solamente rozándose contra el pecho de Carlos. Él me agarró con fuerza y me apretó el culo, dándome un par de azotes mientras su boca y la mía se fundían en un último beso que duraría el resto de la noche. No recuerdo cuando me quedé dormido. Tampoco recuerdo cuantos trallazos de lefa solté aquella noche ni lo que hicimos después de eso. Pero sí que recuerdo perfectamente como su polla aún seguía dentro de mi, llenándome justo como quería.

CARLOS

Cuando me desperté, seguíamos en el sofá. Mi polla se había desinflado y descansaba medio morcillona sobre mi pierna. Mario estaba encima de mi, los dos tumbados en el sofá en el que habíamos follado como conejos. Me aparté como pude intentando no despertarle, y lo conseguí. En el suelo había un pequeño charco transparente de algo que supuse que serían los restos de mi lefa. Mi pecho y mi abdomen también se sentían extraños, probablemente por la lefa que Mario había echado sobre mí. El cabrón se había vaciado a base de bien, y nos había dejado más que empapados. Su culo también se había portado como otro cabrón, y me había dejado una buena mancha sobre el sofá que recordaba lo que había tragado la noche anterior.

Sin poder hacer mucho más, y completamente destrozado, me fui a la ducha a intentar limpiarme un poco. Cuando el agua ya salía caliente me metí, y empecé a agradecer la sensación. Me pareció escuchar un poco de ruido desde el salón, y supuse que Mario se estaría levantando. Me apoyé contra la pared y cerré los ojos. Me había dicho que era virgen y yo le había partido el culo y se lo había preñado a base de bien. Probablemente fuera hetero, al menos hasta esta noche. Espero que mi polla no me hubiera metido en un buen lío del que me podía costar bastante salir.

Pensando en cómo solucionar las cosas con Mario, o si éste se marcharía de casa sin decir nada y no volvería a verlo más, de repente sentí una sensación en la pierna. Una mano me había agarrado, y me estaba extendiendo champú por la pierna. Mario me miraba desde abajo, con la misma sonrisa que tenía anoche cuando llegó. La misma con la que le follé la boca. La misma con la que le preñé anoche.

- ¿Todo bien? - le pregunté. No se me ocurrió qué otra cosa podría decirle.

- Ahora mejor. - su mano subió hasta mi pecho y acarició mi pezón con el jabón.

Cerré los ojos. Su boca tragó mi polla con gula, y mi mano se posó sobre su cabeza. Una sonrisa estúpida apareció en mi cara sin darme cuenta.

"Feliz Navidad", pensé mientras me corría una vez más en el fondo de su garganta.

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¡Hola! ¡Feliz navidad desde Andalucía! Espero que os haya gustado este relato. He intentado hacerlo lo mejor posible, pero lo estoy escribiendo tal cual se me va ocurriendo y no tengo tiempo de controlar las faltas. Probablemente podría haberlo hecho un poco mejor, pero tendremos que dejarlo para la siguiente. Espero que haya alegrado a más ...