Regalo de Navidad - Relatos Eróticos

Regalo de Navidad

CARLOS

Aquella noche, nada más llegar a casa encendí la calefacción y empecé a ponerme algo más cómodo. Me quité los zapatos, la chaqueta y la camisa. Me coloqué una camisa interior blanca, que se me pegaba bastante a los pectorales trabajados en CrossFit. Me quité los pantalones de vestir y los calcetines, y me puse mi pantalón gris de pijama con la polla y los huevos al aire. Hace tiempo que no me gusta ponerme ningún tipo de calzoncillos, ni para salir, ni para hacer ejercicio. Ni siquiera los llevo cuando voy a ir a currar. Me aprietan demasiado y me siento muy incómodo.

Cuando por fin terminé de vestirme, y con la casa entrando en calor, me fui al salón y me eché en el sofá. Encendí la televisión, haciendo zapping por si había alguna película que pudiera poner de fondo. No quería ver nada en concreto, solo descansar después de la cena, la familia, la bebida y toda la comida que habían ido sacando y que no había tenido más remedio que probar para que me dejaran tranquilo. Vaya puta noche. Todas las navidades la misma historia. De repente llega nochebuena, y parece que la gente solo quiere comer hasta explotar. Cogí el móvil y empecé a mirar mis mensajes. Todo felicitaciones de navidad, felices fiestas, y muchos gifs que me interesaban más bien poco. Instintivamente llevé mi mano a mi polla. Hacía tiempo que no buscaba sexo y creo que se estaba empezando a notar, porque cada vez que me aburría o incluso si hacía otras actividades en las que no tuviera que estar muy centrado, mi mano se desplazaba sola hacia mi entrepierna, y empezaba a sobarme como si quisiera despertar a algo.

Abrí grindr y recordé por qué hacía tiempo que no buscaba sexo. Los mismos perfiles. Peor, los mismos gilipollas. Si ya estoy hasta los cojones de ver perfiles sin foto y llevarme una decepción cuando la pasan, los típicos calientapollas me ponen aún de más mala leche. Hasta los huevos de gente que está conectada, que claramente está buscando follar, porque sus fotos o sus perfiles son demasiado sugerentes, pero que jamás responden ni siquiera a un triste "Hola". O peor aún, te responden y te siguen el rollo pero nunca quedarán contigo. Siempre inventando excusas o simplemente callando y dejándote con las ganas para "otro día". Follar siempre a desconocidos tiene su morbo. Entrar en casa de alguien, encontrártelo desnudo o con la polla dura esperándote, follar a saco, descargar y salir por la puerta con la misión cumplida y satisfecho. Pero lo que jode es buscar a alguien que cumpla con esas expectativas y que no sea un capullo o un loco. Con esos pensamientos me pongo a pensar en las últimas conquistas qe he tenido. Sus bocas alredor de mi polla, tragándosela lentamente. Sus culos puestos en 4, pidiéndome que los follara. Su textura, su sabor... y mi polla comienza a despertar sin remedio, poniéndose dura en mi mano y reclamando más atenciones de las que puedo darle.

Viendo como iba a acabar la noche, no me queda más remedio que coger el mando de la tele y ...