Doña Marga, la Disciplinadora. (cap. 1) - Relatos Eróticos

Doña Marga, la Disciplinadora. (cap. 1)

... Me gustas mucho Marga, hacía tiempo que alguien no me gustaba así, que alguien me llamase la atención con lo haces tú, hasta ahora he aplacado mis deseos con caprichos, la mayoría pasajeros, ya sean hombres o mujeres, de todo tipo, pero tú, tú me gustas mucho.

- Me dejas que no sé qué decir Rosa.

- No tienes que decir nada, quien me conoce sabe que no soy muy dada a este tipo de confesiones, pero estoy tan a gusto ahora mismo que me apetecía decírtelo y que lo supieras que no he podido aguantarme.

Quiero dejarte claro que no pretendo nada, solo dejar fluir este estado y ver hasta dónde nos lleva, así que por favor sigue siendo tú, sin pensar en nada más.

- Siempre soy yo Rosa, no he sabido vivir de otra manera y como bien dices siempre me ha gustado dejar fluir, creo que lo que tenga que suceder sucederá.

Rosa puso una mano sobre la mano de Marga y la apretó.

Tomaron un sabroso postre, después café y un licor tranquilamente.

Cuando terminaron de comer trajeron la nota y Rosa la firmo, cogió una de las tarjetas y se la dio a Marga.

- Es un excelente sitio y lo que he dicho cuando hemos llegado ha sido muy en serio, muy de verdad, si vienes, déjalo a mi cuenta.

- Gracias Rosa, me abrumas.

- No, creo que desde que te vi algo especial nos pasaría, quizás seamos las mejores amigas o quizás lleguemos a ser amantes, quien sabe, desde luego especial será.

Uno de los camareros se acercó a la mesa y le dijo a Rosa.

- Señora Peñas, su coche está en la puerta esperando.

Ambas mujeres salieron y las dos se subieron al lujoso coche que las esperaba en la misma puerta.

Ya en el coche Rosa le explico a Marga que en la casa, que era muy amplia, tenían dispuesto una habitación grande como mazmorra, allí nadie tenía acceso si no era con la autorización de ella, le explico que cuando llegasen daría ordenes al servicio y a los esclavos de que ella, Marga, tendría libre acceso a esa mazmorra y que deberían de tratarla como la Domina que es, obedeciéndola en todo lo que pudiese necesitar.

Allí, en aquella mazmorra, tenía Rosa todo tipo de instrumentos y artículos para su placer y para sus esclavos, obviamente le dijo que podía utilizar todo lo que quisiera y que si algo no había, solo tenía que decirlo y se lo conseguirían.

- Cariño, le dijo Rosa a Marga, hace tiempo que no aplico la disciplina necesaria en casa, por pereza, dejadez o yo que se porque, pero el caso es que llevo ya un tiempo pensando en que no debo descuidar el aplicarla y ahí es donde tu entras, debo corregir lo que he hecho mal en estos meses pasados o mejor dicho lo que no he hecho.

Últimamente me he encaprichado mucho en jugar con jovencitas, en someterlas y he dejado desatendidas ciertas tareas que me hacen perder poder ante mis esclavos.

Trato de que tú me ayudes en eso, de que tu apliques la disciplina necesaria y con una cierta regularidad, yo disfrutare de ver a mis esclavos recibirla y tendré la cuadra bien atendida.

- Entiendo ...