1. Vaya aniversario del colegio


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Confesiones Autor: Astrid Carolina, Fuente: CuentoRelatos

    ... manos recorrían una vez más mi cuerpo. Me subió el vestido, dejando a la vista mi calzoncito rosado que contenía apenas mi conchita súper mojada. Me introdujo un dedo, robándome el primer gemido de aquella terrible noche. Ya no había forma de dar marcha atrás. Pose mi mano en su entrepierna sintiendo la verga dura de Ernesto. Aún recuerdo que no era grande cuando lo hicimos aquella primera vez, al contrario me parecía pequeña. Claro, al igual que mis senos, seguramente se habría desarrollado años después. La saque de su encierro y empecé a masturbarlo. No pasaba por mi mente que alguien pudiera descubrirnos, que mis amigas no supieran tanto tiempo nada de mi. Solo deseaba ser poseída. Me arrodille lo más que pude. Adivinó mis intenciones. Pude ver su rostro de alegría. Se la chupé, la lamí desde la base hasta llegar a su glande, literalmente envolvía su verga con mis labios.
    
    Mientras estaba comiéndome esa deliciosa verga con mucho afán, se escuchó un ruido. Estaban entrando al baño. Se oían voces. Ernesto me puso en pie, se guardó la verga. Eran voces de chico. Poco a poco me baje el vestido.
    
    - El pendejo del Ernesto se pasó no? Has visto como se puso cuando vio a la Carla. Y encima ha apostado con Javier que se la vuelve a tirar como cuando eran chiquillos. Soltaron tremendas carcajadas. Pero dejándose de huevadas, la Carla esta para cacharla nomás, dijo una de las voces. Si, esa cojuda se ha puesto bien rica no más, la suerte del huevón de su marido, contestó la otra voz. Desde que se fue a Arequipa ya perdí contacto, pero la Esperanza dice que se le han subido los humos a la abogadita. Ni modo, ojalá el Ernesto la haga linda y gane la apuesta. Sonó el agua de los urinarios y poco a poco el baño quedó nuevamente en silencio.
    
    Es de locos, como de la lujuria de hace minutos empezaba a sentir un odio extraño hacia Ernesto.
    
    - Por fin se fueron, dijo. El muy imbécil se acercó para volver a besarme. Lo detuve.
    
    - Eres un hijo de puta, le dije, acompañando mi frase con una cachetada. Abrí la puerta empujándolo y salí del baño. No sabía donde iba, estaba como escapando. Me sentía un objeto. Yo que me sentía una loba en celo, ahora me sentía una perra. Me sentía rabiosa. No sé como aparecí en el salón. Fui una vez más al bar y de un solo trago me bebí un vaso de whisky.
    
    ¡Maldito hijo de puta! En el fondo me molestaba que hubiera estado a punto de tirar con Ernesto solo para que ganara una apuesta, aunque desde que me enteré de la fiesta se me cruzó esa posibilidad en la cabeza.
    
    Me tomé otro vaso más y me serví un tercero con el cual me uní a un grupo de amigos. De pronto lo vi con sus amigos del quinto “A”. Empecé a coquetear con cualquiera. Salía a bailar con uno y otro. Bebía brindando por todo.
    
    Jessica me apartó hacia un costado y me preguntó por que estaba comportándome así. Le conté que Ernesto me había hecho objeto de una apuesta. No vale la pena me dijo. Vamos a nuestro grupo y olvídalo. Ya quedaban pocas personas. Poco a ...
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