1. un trato es un trato y como tal hay que cumplirlo.


    Fecha: 20/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30

    ... dos completamente desnudos, por un pequeño y corto instante comparé su miembro con el de mi marido, solo eso me bastó para convencerme de seguir adelante, sin ningún tipo de remordimiento, al fin y al cabo, un trato es un trato y yo cumplía cabalmente con mi parte.
    
    Mohamed me tomó entre sus fuertes y musculosos brazos, y comenzó a besarme por todo mi cuello, sus manos acariciaban el resto de mi cuerpo, agarrándome sabrosamente las nalgas, y manteniéndome pegada a su piel. Su aroma era bien diferente al de mi marido, olía a hombre de verdad, verdad.
    
    No a jabón de baño, ni a desodorante, ni a cremas para después de afeitarse. A medida que Mohamed continuaba besándome por el cuello, su boca se fue deslizando hasta la punta de mis senos, sus blancos dientes me comenzaron a mordisquear, mis inflamados pezones, arrancándome sabrosos gemidos de placer.
    
    En mi vientre sentía lo duro y caliente de su miembro como me presionaba sabrosamente, y como si nos leyéramos la mente, los dos lentamente nos fuimos recostando sobre la tierra del patio, a pleno sol.
    
    Yo separé mis piernas y sentí como su gruesa herramienta comenzaba a penetrar divinamente mi lubricada vulva. Era prácticamente algo interminable, los pliegues de mis labios vaginales se fueron separando, a medida que su grueso mástil continuaba penetrándome.
    
    La sensación de estar siéndole infiel a mi marido era algo única, además conociéndolo, cuando le dijera, que encima de eso el tipo era un negro, eso le revolcaría la bilis.
    
    Pero dejé de pensar en las pequeñeces de Danilo, y me concentré en disfrutar, de aquello que de manera tan sabrosa Mohamed me estaba haciendo.
    
    Su boca no se separaba de mis pezones, mientras que con una energía única continuaba introduciéndome divinamente todo su miembro, yo por mi parte movía mis caderas, restregaba mis nalgas contra la tierra, para sentir más y más adentro de mí el viril miembro del jardinero.
    
    Nos comportábamos, como un par de fieras en celo, sin importarnos realmente, quien pudiera vernos o no, mis gemidos y quejidos de placer seguramente se escuchaban claramente al otro lado de la tapia, por suerte es bien alta, y difícilmente alguien en la calle al otro lado pudiera treparla. Mohamed retiró su miembro de mi coño, pero tan solo por unos segundos que me parecieron una eternidad, le dio vuelta a mi cuerpo colocándome boca abajo, sentí que retiró algo de tierra de sobre mis nalgas, y separando mis piernas me volvió a clavar su inmensa verga dentro de mi caliente coño.
    
    Por otro largo y divino rato, Mohamed me hizo sentir las delicias de su miembro, yo a cada una de sus fuertes envestidas, respondía moviendo más y más mi cuerpo, levantando mis caderas, a fin de sentirlo lo más posible dentro de mi vulva.
    
    El negro divinamente me puso en varias posiciones, algunas completamente desconocidas para mí, y que jamás hubiera imaginado que se podría llegar a disfrutar de tan rara forma de que la clavasen a una. Yo me sentía como loca, pero de ...
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