1. The boobs cruise


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Voyerismo Autor: voyenudista, Fuente: CuentoRelatos

    ... tubo de acero de la baranda y puse frente a mí a Andrea, metiéndole el pito entre las piernas mientras hacíamos como que bailábamos. El roce era muy estimulante para ambos, lo que completé con un magreo a sus grandes pechos al tiempo que la besaba en el cuello. Hubo un momento que pensé que uno de los dos –si no ambos- llegaríamos al orgasmo, pero había muchos distractores.
    
    Poco más tarde, a través de los altavoces nos anunciaron que estábamos a punto de llegar a Isla Mujeres, donde bajaríamos a almorzar. Tendríamos que hacerlo vestidos, porque estaríamos en un club de playa textil. A regañadientes me puse un short y Andrea su ligero vestido de algodón. Aunque la comida no fue mala, en realidad considero que fue un tiempo desperdiciado, demasiado largo –casi hora y media- antes de volver al ambientazo del catamarán.
    
    Mis temores respecto a que la dinámica altamente sexual que había en el barco se hubiese roto por la parada tan larga, fueron infundados. Una vez en con el barco en movimiento, todo volvió a la “normalidad”, si así puede llamarse a un centenar de personas semi desnudas o desnudas, bailando, bebiendo y jugando sensualmente.
    
    Andrea y yo volvimos a encuerarnos y a tomar nuestro lugar en la barandilla de estribor, cerca de donde tenía lugar la acción. Junto a nosotros se acomodaron dos parejas de gringos latinos, con quienes habíamos cruzado algunas palabras mientras estuvimos en tierra. Nosotros volvimos a la posición que teníamos antes, yo recargado en el barandal y mi novia frotándose contra mí.
    
    “¡Qué bien se la están pasando ustedes!”, nos dice de pronto una de las mujeres.
    
    “¿Tú crees?”, le respondí.
    
    “¡Claro, hasta se antoja!” fue su respuesta a botepronto.
    
    “Pues allí tienes a tu marido, ¿a qué esperas?”, la animé, señalando a su esposo, quien usaba un traje de baño demasiado largo. Ella traía una braga de bikini de cobertura completa, con cintas para atar a los lados, cubriéndole su grande y aún firme trasero.
    
    “¡Huy, no!, este hombre es muy apático, como ya viste, ni baila ni participa” dijo la mujer.
    
    “Pero bien que mira”, intervino Andrea, para risa de todos, incluyendo la del apático. Entonces decidí lanzar una jugada arriesgada:
    
    “Pásate un ratito para acá”, le dije. “Mi novia te va a ceder su lugar temporalmente”. Gloria, que así supimos después se llamaba la mujer, se sonrojó y rio nerviosa, pero en ese momento Andrea ya se había despegado de mí, dejando ver mi erección a tope, un pene grueso y bronceado de poco más de 18 cm de longitud que, afirman algunas chicas, no está nada despreciable.
    
    Tomé a Gloria por la cintura y la acomodé frente a mí. Jalándola y retirándola hacía frotar mi pito contra sus nalgas, pero con el traje de baño, el efecto no era el deseado. Mi novia se quedó frente a Gloria, bailando frente a ambos. Yo empecé a pasar mis manos, magreando desde las caderas hasta los pechos de mi nueva compañera de “baile” y Andrea seguía con mejor ritmo nuestras evoluciones. Fue cuando mis ...
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