1. Vuelo nocturno


    Fecha: 13/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... garrote. Ahora me da la impresión de que viajo en zona vip y tengo asiento de primera fila con un primer plano de la polla nervuda. El fulano coge mi mano, observa el anillo y una ladina sonrisa se le dibuja en la cara. Imagino lo que piensa, pero no dice nada, en su lugar, la conduce al tronco y yo lo aferro con decisión. La tiene tan dura que puedo apretar sin temor a lastimarle. Mi mano viene justa para aferrar el perímetro del cilindro y empiezo a menearlo sin dejar de mirar cada vena y cada relieve de la vigorosa polla. Mis fosas nasales se embriagan de su aroma y abro la boca deseosa.
    
    El hombre contempla con cara desencajada como le masturbo, y al mismo tiempo que le miro, paso mi lengua por la cabeza morada para saborearla unos instantes. A continuación, abrazo el glande con la boca e inicio una mamada, mientras con una mano aferro el tronco desde la base y con la otra aprieto sus huevos hinchados, emprendiendo una felación digna de la mejor profesional, hasta que en un arrebato es él quien quiere tomar las riendas. Me coge por detrás de la cabeza y empieza a follarme la boca con vehemencia, como si pretendiera desencajarme la quijada, con lo cual, las babas resbalan de mi boca sin contención.
    
    Mi coño hace aguas y noto como mis flujos impregnan mis bragas. Abandono la felación, muy a mi pesar porque debemos actuar con premura antes de levantar sospechas. Me incorporo. Sé que es una locura, pero el paso ya está dado y no hay vuelta atrás. Ahora lo que deseo es que me penetre, y el sesentón parece adivinar mis pensamientos. Me da la vuelta de forma brusca, me levanta la falda y me baja las bragas hasta las rodillas. Yo me las termino de quitar con los tacones. Me apoya contra la pared del reducido espacio, apoyo mi brazo en la puerta y con la otra mano me sujeto la falda e inmediatamente me coloca la polla entre las nalgas mientras tira de mi cabello y me habla al oído.
    
    —¡Pídeme que te folle, zorra! —me dice.
    
    No me gusta como me habla, pero tampoco quiero renunciar a que me la meta, de modo que ignoro sus insultos y le sigo el juego al degenerado solicitándole que lo haga.
    
    No se hace mucho de rogar. Posa el glande en mi raja e inmediatamente lo noto horadándome y tratando de abrirse paso hacia las profundidades. Yo separo ligeramente las piernas e inclino mi trasero para facilitarle la labor. Apoyo mis manos en la puerta y apalanco mis pies. La abundante lubricación de mis flujos permite que se adentre por completo, aun así, la sensación es la de que me va a partir por la mitad, pero nada más lejos de eso. Poco a poco, mi coño se adapta al calibre y empiezo a gozar de las embestidas del energúmeno bufando como un toro en celo. Por mi parte, intento refrenar mis jadeos. Siento la necesidad de jadear, de gritar y dejarme llevar por el placer, sin embargo, no puedo explayarme como me gustaría.
    
    Muerdo mi mano para no gritar y el resopla en mi oído como un miura embanderillado. Siento la presión de su cuerpo aprisionándome ...
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