1. Vuelo nocturno


    Fecha: 13/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... marido, disfruta de un sueño profundo e insondable.
    
    Escucho el ruido de su cinturón e intuyo lo que eso significa, y no doy crédito. No quiero darme la vuelta, ni seguirle el juego a ese degenerado. Estoy a punto de llamar a la azafata para advertirle del comportamiento irrespetuoso del pasajero de al lado cuando oigo una especie de siseo llamándome. En un primer momento lo ignoro hasta que lo hace reiteradas veces. Entonces me doy la vuelta y observo como balancea su miembro de un lado a otro, y no sé si apartar la mirada o recrearme viendo el vaivén de aquel péndulo oscilante. Mi sentido común hace que me decante por lo primero. Pienso que la osadía del gachó no tiene parangón. Su conducta la considero pueril, pero de nuevo, mi curiosidad, y por qué no decirlo, también el morbo, me obliga a darme la vuelta otra vez.
    
    El hombre me observa con mirada impúdica. Me saca la lengua en un gesto obsceno sin dejar de masajear su polla. Mi mirada se descuelga hasta ella y advierto lo gorda que es. No es excesivamente larga, pero su diámetro es el de un obús con una cabeza morada y completamente descapullada. El sujeto se la coge de la base y me la muestra en toda su magnitud. Es una polla adornada de gruesas venas y otros capilares menores que se ramifican a lo largo del tronco. A continuación, el fulano aprieta la bolsa que le cuelga haciendo gala de unos desmedidos huevazos similares a dos pelotas de pin pon.
    
    No sé que cara debo de haber puesto, si de sorpresa, de fisgona voyeur, o de zorra hambrienta porque ahora está masturbándose para mí a modo de ofrecimiento, de tal modo que parece que he pasado del repudio al morbo, y del morbo a querer coger ese pedazo de carne que me hace olvidar que soy “vegetariana”, hablando en términos conyugales. El sesentón aparenta haberse percatado de ello y enfunda su herramienta, se abrocha el cinturón y se dirige al lavabo haciéndome una señal para que lo siga.
    
    Me quedo un instante indecisa sin saber qué hacer, pues nunca me he visto en una tesitura tan surrealista como ésta. Hace un instante estaba pensando en celebrar mi aniversario con romanticismo, y ahora, la desfachatez de un individuo de lo más ordinario y diez años mayor que yo me ha puesto cachonda exhibiendo un puntal que bien podría abrirme en canal. Me debato entre mis instintos primarios y la cordura y conduzco mi mano por dentro de la falda hasta alcanzar mi sexo para comprobar que mi dedo patina por la regata y alcanza el botón, y como si al tocarlo hubiese pulsado el mando de arranque, me levanto movida por el deseo, obviando por tanto la sensatez que me mantenía pegada a mi asiento y soslayando el romanticismo. Cojo mi bolso y enfilo con paso vacilante hasta el lavabo. Miro hacia atrás y compruebo que todos duermen, a continuación echo la cortina y golpeo la puerta con suavidad. Inmediatamente se abre y el extraño me hace pasar al reducido espacio. Después la cierra, me sienta en el trono y desabrocha su pantalón mostrándome de nuevo el ...
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