1. Entrenada por los muchachos (II)


    Fecha: 13/04/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: EmmaReyRey, Fuente: CuentoRelatos

    ... cada una sentada en las piernas de alguno de los del grupo, y se sorprendió aún más cuando sintió una mano deslizarse por la parte trasera de su pierna, haciéndola dar un brinco de sorpresa y chillar como un ratoncito asustado, levantando las risas del grupo de hombres que la observaba a cada paso.
    
    —Que ricas piernas, putita, me gustas. Siéntate —dijo, pero no le ofreció otra silla sino que la hizo abrir sus piernas y sentarse sobre su regazo, mirándolo de frente, le sacó la mochila y la dejó a un lado de la silla.
    
    —Éstos son los “Muchachos” —le dijo Sabrina a su lado, sentada también sobre las piernas de otro pero de costado, mientras el hombre le introducía una mano en el coño como lo había hecho la pelinegra con ella en la cafetería horas atrás.
    
    Los “muchachos” eran media docena de maduros todos, el más joven tendría treinta y cinco y el mayor era Saturnino, el “jefe” y dueño del local. Las chicas eran sus zorras particulares, llegaban allí y cogían con quien quisieran, a quien le tocara la suerte ese día, pero casi siempre era con alguien de su círculo.
    
    José tenía a Ángel sentada en una de sus piernas, era mecánico en un taller a pocas cuadras de allí, era el segundo más joven con treinta y nueve años y le apodaban el “tres patas”. Moreno y musculoso con unos labios carnosos y lengua larga, tenía ojos claros como la miel y tatuajes en los brazos. Usaba una camisa sin mangas de color blanco, limpia pero no así sus jeans que tenían manchas de grasa por todos lados. Angel lucía como una muñeca de porcelana en contraste y se dejaba meter la lengua hasta la garganta mientras el moreno le magreaba una teta sobre la camisa polo.
    
    —¿Te gusta lo que ves? —preguntó el que la tenía a ella con las piernas abiertas. Daniela se sonrojó sintiendo el aliento agrio del señor que rondaba quizá sus cuarenta y ocho, de barba algo prominente y bigotes y cabello negro y espeso, grasoso por la falta de aseo.
    
    Se llamaba Marino, era el dueño del taller donde José trabajaba, estaba usando una camisa cuadriculada roja y unos jeans rotos esa tarde, bajo su ropa Daniela podía sentir su verga poniéndose dura y el sudor en su pecho velludo. Era feo, tenía la nariz grande y torcida y los ojos negros.
    
    —¡Cerveza para las putas! —gritó Marino, poniendo una de sus manos grandes y callosas en la cintura de Daniela, deslizándola hasta su espalda y atrayéndola hacia él haciendo que sus tetas se aprisionaran contra su pecho, mientras la otra mano la llevaba hacia sus piernas, acariciándoselas y apretándole sus carnes tiernas y duras—. ¿Tomas, zorrita?
    
    —N-no —dijo Daniela, apoyándola las manos en su pecho para intentar mantenerse erguida pero al alejarse sólo consiguió que Marino se fijara en sus tetas.
    
    —Mmm… Que ricas tetas, las voy a probar, y tú vas a probar la cerveza, ¿te parece?
    
    —S-Sí —respondió ella, tartamudeando mientras Marino le metía una mano bajo la polo y le magreaba una teta, retorciéndole el pezón y con la otra ya debajo de su falda le ...
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