Empezando a aceptar - Relatos Eróticos

Empezando a aceptar

El día siguiente tuvimos que atender el compromiso del trabajo de mi pareja, pero al igual que la semana anterior, el domingo nos la pasamos en cama viendo televisión y haciendo el amor una y otra vez, lo vivido el pasado viernes yo lo tenía en mi mente y los recuerdos me mantenían en completa excitación, no sé si a él también ya que no lo comentamos, pero deseaba que el pudiera aceptar o al menos intentar para que pudiera disfrutar, yo pienso que no existe distinción entre el placer que genera el sexo anal entre hombres y mujeres y que no se disfruta por la educación a la que somos sometidos, en mi caso yo me había privado por mucho tiempo de ese placer y necesitaba hacer algo pero ya, sin embargo estaba segura que probablemente mi pareja no lo aceptaría.

Así que en una de las oportunidades en que estábamos practicando el 69 y estando el sobre mí, se me ocurrió mientras tenía su pene en mi boca acariciar sus nalgas, confieso que hasta el viernes pasado si bien la habría dado un pequeño palmazo no había pasado de eso, esta sería la segunda vez que me dedicaba exactamente a eso, acariciar sus nalgas, sentí como su pene se endureció un poco más y no solo eso, su empezaba a reaccionar moviendo su cadera al tiempo que acariciaba sus nalgas, no podía estar por un mal camino, pronto mis caricias fueron hacia el canal que formaban las mismas hasta que definitivamente la tentación pudo más y empecé a jugar con los pliegues de su ano, pronto pude ver como se abría como invitando a ser visitado en su interior.

Recordaba como la última vez que lo intenté todo terminó y estaba segura de que fue por miedo de su parte, ya que hubiera bastado simplemente que me detuviera o me diera un no, de momento no quise ir más allá, pero mis juegos provocaron que mi boca recibiera una rica cantidad de semen.

Definitivamente, sentir su placer me generaba placer también a mí, empezaba a disfrutar verlo gozar y más aun lo que prometía eso, se recostó y me giré para quedar frente a él, aún mantenía su semen en mi boca y lo besé, compartí junto con mi saliva su semen y nos mantuvimos jugando un momento así, pero no podía esperar más.

- ¿Qué tal te pareció?

- Excitante

- ¿Solo eso?

- Que más te puedo decir

- Por ejemplo, si te gustó, si te gustaría que lo siguiera haciendo, por mi parte si me gustaría y hacer mucho mas

- No sé – por fin su confesión

- ¿Te asusta? – le pregunté

- No sé a qué te refieres exactamente con tu pregunta

- Si, pareciera que tienes miedo a aceptar que lo disfrutas y más aún tienes miedo a probar aún más cosas, mira, si solo acariciándote te has corrido, has saboreado tu semen con mis besos, te has corrido acariciando un pene, yo te amo tal como eres y nunca dejare de hacerlo.

- No lo sé

- Hagamos algo, déjame hacer, pero no me detengas aún, tú me dices despues si no te ha gustado y nos olvidamos del tema

- ¿Pero qué quieres hacer?

- Tu no preguntes, solo acuéstate boca abajo.

Me puse sobre él, mi pubis ...