1. Historias del amor prohibido: Salvó al pequeño Ángel y el a mi.


    Fecha: 14/02/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Fetichismo Gays Autor: Conejito69, Fuente: SexoSinTabues30

    La depresión es como un agujero oscuro sin salida. Es más que simplemente un estado de tristeza perpetua, es una existencia insípida. Se siente como si todo lo que hace que la vida valga la pena desapareciera de repente. Incluso el simple hecho de sentir felicidad provoca un horrible sentimiento de culpa. Así era el mundo en el que vivía hace años. Me encontraba en un camino terrible, en un tobogán directo hacia el suicidio, y solo esperaba reunir el valor necesario para llevarlo a cabo.
    
    Recuerdo el momento en que encontré una salida a todo aquello. Era tarde por la noche, quizás ya de madrugada. Era una de esas noches en las que creía que podría lograrlo, simplemente dejar este mundo. Fui a la licorería, compré una botella y caminé hasta el puente peatonal más cercano. Creo que pasé al menos media hora allí tratando de reunir el valor para lanzarme. Miraba una y otra vez la carta que había escrito. Finalmente, la botella se vació a la mitad y mis neuronas entumecidas decidieron huir sin rumbo. Me sentía aterrorizado por mi propia situación.
    
    Caminé y caminé por las calles vacías, pero el cansancio y el alcohol me impedían seguir adelante. Finalmente, me recosté en la fachada de un edificio. Hacía un frío infernal, pero por alguna extraña razón sentía calor. Mis dientes castañeteaban y podía ver el vapor que salía de mi boca al respirar.
    
    Estaba sumido en mis pensamientos, los cuales eran producidos por mi cerebro inundado de alcohol, cuando de pronto escuché un grito. Aunque era tenue, la soledad de las calles me permitía escuchar a la distancia. Era un grito agudo, así que me levanté y corrí a toda prisa hasta llegar al callejón de donde provenían los gritos.
    
    Me acerqué con precaución al fondo del callejón y los gritos parecían haber sido sofocados por una mano pesada. Finalmente, cuando estuve lo suficientemente cerca, pude ver la situación en particular.
    
    Se trataba de un hombre corpulento y descuidado, con un aspecto peligroso. Era imposible determinar su edad, ya que parecía que el tiempo y la vida se habían ensañado con él. Los gritos provenían de una figura más pequeña, a la que el hombre intentaba forzar. Se trataba de un niño de piel aceitunada, cuerpo delgado y estatura algo baja.
    
    -¡SUÉLTAME! ¡POR FAVOR NO! ¡YAAAAaaa! ¡SUÉLTAME!- Gritaba el más pequeño.
    
    Sinceramente, no sé de dónde saqué las fuerzas, pero en cuanto entendí las intenciones de esa figura horrible, mi cuerpo actuó automáticamente. Me abalancé con fuerza y lo derribé. Recibí algunos golpes en respuesta, pero mi nivel de alcohol en sangre entumeció mis nervios, y a pesar de la diferencia de tamaño, pude dominar a mi oponente hasta dejarlo noqueado en el suelo del sucio callejón.
    
    Me erguí triunfante por mi victoria contra el hombre corpulento que acababa de noquear, un tanto mareado por la adrenalina y los golpes que empezaban a hormiguear en mi rostro. Miré al niño, que estaba atónito por la situación.
    
    -¿Estás bien?- le pregunté lo más amablemente ...
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