1. De ama de casa a hembra de mi perro


    Fecha: 06/02/2020, Categorías: Zoofilia Autor: Cintia, Fuente: TodoRelatos

    ... buscaba algún programo interesante, después de un buen rato, llame al perro para subirse en la cama.
    
    Rápidamente subió, intentando lamer mi rostro, como en agradecimiento, si bien trate de evitarlo, termine sacando mi lengua que no tardo en ponerse en contacto con la suya, fue suficiente para comenzar como a besarnos, fue suficiente para alterar mis hormonas.
    
    No podía contenerme, comencé a tocar su bulto, hasta lograr mamárselo, jugaba con él, hasta que me quité en camisón, el contacto de mi piel con su pelaje me enervaba,
    
    Después de un rato me quité las bragas, estaba decidida, lo deseaba, ofreciéndole mi alterado sexo, cuando sus nuevas y excitantes lamidas, me perturbaban cada segundo, más y más, me giré quedando de nuevo en cuatro, apoyando mi rostro en la colcha, elevando mi culo. Una vez en postura, su lengua se fue esparciendo de una cavidad a otra, quizás cerciorándose de la abundante humedad de mi hendidura
    
    “Me deseas, ¿verdad? Yo también” le hablaba suavemente sintiendo el estremecimiento que me causaba su lengua separando mis labios genitales pretendiendo encajar en mi vagina. Me quite las medias, hasta los anillos, sentir su contacto, entregarme a ese animal, dispuesta a ser cogida por la furia de esta bestia, que percibía su deseo de penetrarme.
    
    Me acuclillé, y ponerme en posición para recibir sus atenciones carnales, porque era obvio lo que él estaba reclamando de mí y yo lo deseaba ardientemente, cada vez que lo pretendiese.
    
    Saltó sobre mi espalda y atenazándome con sus zampas comenzó a puntear su agudo miembro contra mis nalgas y luego centró mis tiernas carnes rosadas introduciéndose en mi vagina, grité algo dolorida, pero no impedí su intención, feliz de sentirlo por primera vez. Luego mis gemidos acompañaban los frenéticos embates de su sexo contra el mío, sus cojones goleaban rítmicamente la funda de mi clítoris, obligándolo a emerger y enfrentar las lujuriosas sensaciones de placer que le infundían estos continuos embates.
    
    Cuando sentí que clavaba sus uñas en mis muslos, recibiendo una especie de estimulación ante ese ímpetu, sumado al dolor de sus garras, oprimiéndose contra mi epidermis.
    
    No dejaba de gozar esa brutal la penetración enérgica de mi nuevo macho que había tomado posesión de mi sexo, me hacía suya, me poseía con autoridad, se adueñaba de mi cuerpo entero y lo gobernaba con la fricción de su miembro contra las paredes de mi vulva.
    
    Deseosas de su espléndida verga empotrada firmemente en mi cavidad, me dominaba totalmente, su pene estaba enterrado profundamente en mí y su bola se había deslizado suavemente oprimiendo y amoldándose a mis paredes de mi castigada matriz.
    
    Mientras crecía y crecía, aumentando su volumen, adueñándose de mi claustro, percibiendo la aguzada punta de su pene tocando a las puertas de mi útero, las sensaciones excesivas de ardor y erotismo me hacían estallar en continuas oleadas orgásmicas que mi cuerpo entero se deleitaba y mi mente se perdía en ese mar cubierto ...
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