1. Veraneando en la playa


    Fecha: 11/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... se encendía dentro de mi ascendía un fluido caliente a través de ni verga. Necesitaba descargar. Era una temeridad., pero quería llenar aquella nena.
    
    Así que, sin más prologo comencé a botar ingentes cantidades de mi lava hirviente en el chochito de la chica, mientras no dejaba de hacerla subir y bajar, saltando sobre mi tranca. Mientras tanto no paraba de deslecharme.
    
    Creo que muy pocas veces en mi vida había soltado tanta leche, al tiempo que notaba como parte de la misma escurría por mi polla hasta mis huevos, ya que la cuquita de la joven no soportaba tanta leche.
    
    La levante en alto, tomándola en brazos, con mi polla aun totalmente clavada hasta la raíz en su coñito, y la hice que mirara en el espejo. Ella al ver su pequeño cuerpo reflejado en el espejo, en brazos del padre de su amiga, creo que se excito aún más. En un momento dado, le saqué mi polla de su coño, con la finalidad de que viera las dimensiones de mi tranca, la cual blandía aún en la mano con restos de semen, para luego, ante su atenta mirada volver a clavarse nuevamente en esa posición.
    
    La joven se estremeció. – oh me va a reventar oh
    
    -has visto preciosa: ¡te comiste toda mi polla!
    
    Decidí colocarla de nuevo tendida sobre la taza del baño, y en esta posición, viendo que mi pene aún seguía endurecido dentro de la joven, continúe bombeando a la misma, comprobando como su cuquita se comía toda mi polla nuevamente. La di unos cuantos bombeos, y sin poder contenerme volví a soltar nuevamente mi leche dentro de ella.
    
    Pese a mi edad, la visión de aquella joven amiga de mi hija, me tenía tan excitado, que volvía a eyacular dentro de la joven por segunda vez.
    
    Al salir finalmente de ella, contemple el enorme boquete en la vagina de la joven. No solo eso, sino que tenía los labios totalmente enrojecidos e inflamados, al tiempo que salía de su interior restos de mi semen y algunas gotas de sangre. No me podía creer como había podido entrar dentro de aquella cuquita.
    
    Besándola en la boca, le dije: ¡Ya eres toda una mujer!
    
    Ella, enrojecida, con sus cachetes todos coloraditos, me mira y me sonríe. Entonces le dije: De esto nada a nadie. Pero algún día de estos de volveré a culear. ¡vale!
    
    Ella afirmó con la cabeza. Luego se aseo. Viendo sus labios tan inflamados le unte una crema hidratante en los labios de su cuquita y luego ella se colocó el bikinis se fue a la piscina nuevamente.
    
    Mientras se retiraba notaba como la joven le costaba un poco caminar.
    
    Yo me fui al dormitorio y me eché en la cama, pensando en lo ocurrido. Había sido una tremenda locura, pero reconocí que era el mejor polvo que había echado en su vida. 
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