1. Polvazo en la sauna


    Fecha: 09/04/2019, Categorías: Gays Autor: Einar Cano, Fuente: CuentoRelatos

    ... donde yo estaba podía ver su cara de concentración, el sudor que relucía en su torso velludo, la expresión de placer del chico, saqué mi polla y comencé a masturbarme, la cara de gozo del muchacho me tenía hipnotizado, me imaginé no follandomelo a él sino en su lugar, recibiendo las embestidas de aquel macho, me corrí y solté un gemido, en ese momento fijé la vista en mi asistente, estaba mirando a la ventana donde yo estaba espiándolos, me agaché rápidamente y me fui avergonzado de allí, creo que me vio pero no estoy seguro, nunca me dijo nada.
    
    La paja me había dejado más caliente todavía, necesitaba un buen polvo, que alguien me diera por el culo, llamé a mi amigo Santiago pero estaba de guardia, María no me cogía el teléfono, llamé a Chema pero estaba reunido, al final se me vino una idea que me rondaba hacía algún tiempo, decidí ir a una sauna y sin pensarlo dos veces fue lo que hice.
    
    En la puerta de la sauna me detuve un instante pero estaba caliente como una perra salida así que entré, en el recibidor, un chico que había detrás de una mampara de seguridad me cobró, me entregó una llave, dos toallas, una grande y una pequeña, unas chanclas, un condón y un pequeño sobre con lubricante, me detuve delante de la puerta de acceso hasta que el chico activó la cerradura eléctrica y entré, accedí directamente a los vestuarios, un pasillo largo con taquillas a los lados y bancos en el centro, busqué la que marcaba el número de la llave que llevaba, la encontré y la abrí, había perchas para la ropa, extendí la toalla pequeña en el banco y me senté, comencé a desvestirme, estaba a medias cuando desde una puerta a la derecha apareció alguien, oí que se acercaba a mí.
    
    - Hola.
    
    Me giré para devolverle el saludo y quedé petrificado, delante de mí, completamente desnudo salvo por la toalla que llevaba a la cintura y las chanclas se encontraba el viejo que me había forzado bajo el puente del Cristo de la Expiación hacía un año.
    
    - Ho… hola, ya me iba.
    
    - Pero si acabas de llegar, tranquilo guapetón, oye ¿yo te conozco?
    
    Se acercó, lo recordaba perfectamente, el pelo gris, la barba de varios días, la cara vulgar, estaba fuerte el hijo de puta, no musculado pero si fuerte, con el pecho y el vientre llenos de vello blanco, brazos fuertes, manos grandes y piernas poderosas, recordaba la facilidad con la que me había dominado aquella noche.
    
    - No, no creo.
    
    - Claro que sí, tu eres la putita que se echó a llorar debajo del puente aquella noche.
    
    - Por favor no busco jaleo.
    
    - Claro que no, tu buscas una polla y de eso ando yo bien.
    
    Se quitó la toalla, el cabrón estaba empalmado, allí estaba su polla, larga pero no demasiado gruesa, con los huevos grandes y colgones.
    
    - Vamos putita, pelillos a la mar, después de todo tu también disfrutaste con aquello.
    
    Tenía razón, me golpeó me forzó y me meó, pero tuve uno de los orgasmos más intensos que recuerdo.
    
    - ¿Es tu primera vez aquí? – asentí con la cabeza - ¿Cómo te llamas?
    
    - ...
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