1. Una madrastra de las buenas


    Fecha: 07/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... porche, en el sillón de mimbre en el que siempre se sentaba. Le acompañaban tres personas. Un hombre con pinta de galán maduro de telenovela: espléndida cabellera de un lustroso gris platino, bigote cuidado, piel bronceada y una impoluta camisa blanca. Otro, nada atractivo, de aspecto más basto, más parecido a un boxeador retirado, con una gran cabeza cuadrada, nariz aplastada y algo que afeaba su cara y que no supe concretar hasta que estuve más cerca y distinguí su labio leporino. El tercer hombre era Jaime, su amigo del alma y socio en la mayoría de sus proyectos.
    
    La discusión que mantenían en aquel instante debía ser trascendental, de forma que mi padre no advirtió que Virginia y yo nos acercábamos hasta que estuvimos junto a ellos.
    
    Fue entonces cuando ocurrió. En apariencia un detalle sin importancia, en realidad, un gesto que lo cambió todo. Mi padre calló en mitad de una frase. Nos miró y levantó la mano para detenernos e indicarnos que nos marchásemos antes incluso de que hubiésemos saludado.
    
    —Disculpad. Estamos ocupados.
    
    Eso fue todo.
    
    Virginia y yo tardamos en saber qué hacer. Debimos de parecer un par de idiotas, allí plantados con las bolsas en la mano, tratando de descifrar las palabras de mi padre como si fuesen un mensaje en clave.
    
    Mi padre nunca había dejado a Virginia fuera de sus reuniones. Al revés, le gustaba tenerla a su lado y escuchar sus consejos y opiniones de recién licenciada. Al ser su único heredero a mí tampoco me excluía ya de aquellos encuentros de negocios con gente de todo tipo, al menos no de forma tan directa.
    
    Aquella fue la primera vez para los dos, y ambos nos dimos la vuelta y nos marchamos. Entramos en la casa para dejar las bolsas, fuimos a la cocina a por algo de beber y nos quedamos allí, al principio hablando de cualquier cosa. Intentamos mantener el buen humor de la mañana de paseo y compras, no nos dijimos nada de lo que los dos habíamos descubierto al mismo tiempo, que todo acababa de cambiar.
    
    Y entonces ocurrió.
    
    Virginia se aproximó a mí, mirándome a los ojos.
    
    —¿Alguna vez has estado con una chica?
    
    Yo no sabía qué se proponía averiguar y tardé unos segundos en responder, pero al final negué con la cabeza.
    
    —Me alegro.
    
    Entonces me puso la mano en el hombro en señal de confianza, de sincera complicidad.
    
    —Ahora no es como antes. Los chicos como tú sois fáciles de engañar, de utilizar —Virginia lo dijo con una voz que yo nunca le había oído,convencida, sincera, sensual— ¿Quieres que te lo demuestre?
    
    Aunque lo hubiese intentado, no habría podido decir nada. De modo que asentí con la cabeza.
    
    —Okey, pero tendrás que encargarte de vigilar.
    
    Aquella frase me dejó extrañado, pero resultó ser cierto, pues a continuación Virginia centró toda su atención en otro asunto.
    
    Intercambiamos nuestras posiciones y mi madrastra se puso en cuclillas, oculta tras la isla central de la cocina. Empezó soltándome el nudo del chándal con gran emoción, entusiasmada, impaciente ...
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