1. TE LLAMARÁS WANDA (2)


    Fecha: 07/04/2019, Categorías: Transexuales Autor: marcos-wanda, Fuente: SexoSinTabues30

    ... puta?” – Eran algunas de las frases que, según Casandra, calentaban y excitaban a los hombres y, si bien, yo no podía comprobar si ello era cierto o no, a causa de mi falta de experiencia, particularmente, me gustaba y vaya si me gustaba.
    
    Yo era muy buena alumna y a la semana de mis “clases de sexo”, ya había aprendido cómo chupar pijas, volviéndome casi una experta en la materia; fue allí entonces, cuándo Casandra decidió hacer “otra de sus movidas”.
    
    Estaba, como todas las tardes, vestida ya de Wanda, cuando escuché varias voces femeninas, ingresando a casa de Casandra, algo que me incomodó mucho, porque nada sabía yo de ello y nadie me había visto “de mujer”, pero inmediatamente ella me calmó, diciendo:
    
    “¡No hay problema Wanda! ¡Son algunas de las chicas que trabajan en el Cabaret! ¡Yo ya les hablé de vos! ¡Son re piolas! ¡Muy divertidas y súper buena onda!”.
    
    Me tranquilizaron sus palabras e inmediatamente fue presentándome a las chicas, “Yennifer, Sheila, Macarena, Yannina y Jannette”, quienes fueron saludándome, una a una.
    
    Si, a priori, me había sentido incómoda, después de compartir una conversación de lo más amena, estaba tan a gusto con las chicas, como si fuese una más de ellas.
    
    Me encantaba todo aquello; las escuchaba hablar de sexo y de hombres y era para mí, algo alucinante ¿Cómo podrían saber tanto esas mujeres?, pero cuando estábamos en lo mejor de la velada, Casandra dijo:
    
    -“¡Chicas! ¡Ya les conté acerca del super culo que tiene Wanda! ¿Quieren comprobarlo ustedes mismas?”
    
    Y, mirándome a los ojos, finalizó diciendo:
    
    -“¡Mostrales, Wanda! ¡Así se mueren de envidia!
    
    Haciendo gala mi falta total y absoluta de pudor, de prejuicios y de vergüenza, me puse de pie, me di vuelta, levanté la falda, bajé mi bombacha y dejé al descubierto mi culo.
    
    Las muestras de admiración no se hicieron esperar y recibí, como de costumbre, todo tipo de halagos y elogios, hasta que una de las chicas, exclamó:
    
    “¡Tendrías que llevarla al cabaret con nosotras, Casandra; esta chica es una mina de oro!”
    
    Se hizo un breve silencio, solo interrumpido por la anfitriona, quien salió rápidamente de esa situación, invitándonos a pasar al living, para continuar con nuestra agradable y amena velada (tiempo después, supe que aquello también había sido, de alguna manera, planeado u orquestado).
    
    Una o dos veces a la semana, nos reuníamos en casa de Casandra, las chicas y yo e inclusive ellas se sumaron a mis “clases de sexo”; entre bromas, risas, carcajadas y todo tipo de comentarios, yo ya me sentía como una de ellas, al punto tal que hasta presenciaron una de las tantas cogidas que solía darme Casandra e inclusive, estuvieron presentes también cuando ella me hizo chupar su verga, a modo de examen final.
    
    “¡Wanda! ¿Querés que te lleve al cabaret este sábado?” – Me preguntó Casandra y antes de que yo esbozara algún tipo de respuesta, volvió a decir:
    
    -“El auto tiene vidrios oscuros, nadie te va a ver y allá, te hago entrar también ...
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