Malena (I): El Regreso - Relatos Eróticos

Malena (I): El Regreso

El ruido de los motores lo delata, la ligera bajada del morro del avión también. Descendemos. En unos minutos tocaremos tierra. No puedo evitar pegar la nariz a la ventana intentando disfrutar cada minuto de este viaje. Luego ya vendrá lo que sea… pero la vista de los campos verdes desde lo alto se me antoja un espectáculo magnífico.

Aterrizaje normal… Todo lo normal que puede ser decelerar de trescientos kilómetros por hora hasta cero en un par de kilómetros. El ruido al tocar tierra es impactante. Hay gente que aplaude al parar… la verdad es que tienen parte de razón.

Salgo rápido con mi mochila. Camino firmemente hacia la sala de equipajes. Llevo el outfit normal de una turista que vuelve del caribe. Minivestido de denim azul claro, sandalias planas y un pequeño sombrero de paja.

Llego a la cinta. Hay otros que han llegado antes. Me suenan algunas caras, acabo de pasar diez horas de vuelo con ellos. Todos espectantes ante un ingenio mecánico parado y vacío.

Veo la puerta de los baños al fondo. Voy a aprovechar. Voy rápido, con pasos largos, casi corriendo.

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Ya tengo mi maleta. Un trolley rojo. Continúo el camino. Cola para control de pasaportes. La fila nacional va rápido. Prueba superada. Hasta el tipo me ha sonreído. Bueno, los hombres que rondan los cincuenta siempre sonríen a las mujeres más jóvenes.

Aduana. Digo: “Nada que declarar”. No hay problema… me dejan pasar.

¡¡¡Qué!!! ¡¡¡Apártate bicho!!!

Una agente de policía esperaba tras el puesto de control con un perro. Un pastor alemán. El animal se ha lanzado hacia mí ladrando… La mujer intenta controlarlo. Viene otro agente corriendo, su mano derecha tocando el arma que cuelga de su cinturón.

El animal parece que se calma un poco. Lo acercan a mi maleta. La ignora… El hombre me pide que le acerque la mochila, también la ignora.

La mujer suelta un poco la correa, el animal se acerca, olisquea mi entrepierna, se retira un poco y ladra.

No es el equipaje, es ella -dice la mujer.

Señora, tendrá que venir un momento a una sala especial -dice el hombre.

Al tiempo que lo dice me acercan un carrito de equipajes. Me ordenan que coloque la maleta en la bandeja de abajo y la mochila en la cesta arriba. Obedezco temblando. El hombre señala un estrecho pasillo que comienza en la pared lateral. Dice “NO PASAR”, pero el agente desengancha la cinta roja y me indica que vaya delante.

Camino por el pasillo con el carrito. Apenas tiene un metro de ancho. Mientras camino siento mi cuerpo temblando y mi corazón latiendo cada vez más rápido.

El hombre abre una puerta en medio del pasillo a la izquierda. Lo hace con una tarjeta que lleva colgada. Me invita a entrar, siempre con el carrito. La habitación está casi vacía, las paredes pintadas de un blanco hospital. El hombre me pide dejar el carro en una esquina y esperar de pie junto a una mesa que creo que es el único mobiliario.

Debemos esperar. No sé muy bien a quién. El ...