1. Una lujuriosa y muy perra madura


    Fecha: 06/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AREIK, Fuente: CuentoRelatos

    ... ti.
    
    Acercó más su boca al cuello depositando en firme sus labios y luego los dientes y presionó su sexualidad sobre los femeninos glúteos.
    
    En segundos, ella sintió que se chorreaba en humedad y su cuerpo fluctuaba en sensaciones jamás experimentadas. Minutos después, mientras continuaba estimulándola de la misma manera en toda su femineidad y sin abandonar su cuello, ella se colmó de espasmos y ardientes jadeos.
    
    Yo, jactándome verídico y orgulloso, sentencié:
    
    —Si antes de la madrugada me aceptas como tu dueño, te daré por una eternidad el placer más increíble, más si así no lo haces; esta será tu ultima vez de goce.
    
    Ella dudó unos segundos confundida por mis palabras y por el jamás experimentado o que aún no concluía. Acto después el sentido comenzó a abandonarla, dando extrema flojedad a todos sus músculos… yo me retiraba...
    
    En medio de esa extraña, cálida y extasiante noche, ella pensando y meditando las últimas palabras del lujurioso desconocido se aflojó por completo, quedando colgada por sus axilas trabadas en los horizontales del enrejado. No pudiendo evitar que su cabeza cayera floja hacia atrás y hacia un costado, su mente corrió una diabólica carrera entre la duda y la pasión y contra el amanecer, según las palabras que le había pronunciado.
    
    Su cuello, donde había actuado mi amenaza y por donde comencé a poseerla quedaba al descubierto mostrando restos de sangre que coagulaban lentamente.
    
    Corrí el largo cabello hacia un lado llevando la boca al costado de su cuello por debajo de su nuca, mordisqueándola y saboreando su piel. Eché atrás su chaqueta, dejándola a mitad de camino, sin quitársela y trabando sus brazos con ella. Me fue muy fácil así, bajar los tiradores de su blusa alojándola por debajo de sus tetas; liberándolas fácil al no llevar sostén. Se las masajeé lento pero con fuerza y destreza; a continuación mi otra mano aflojaba el broche de su pantalón, dirigiendo los dedos sin pausa a su húmeda chucha.
    
    Ella echó su espalda hacia delante y su cadera hacia atrás fregándose con entusiasmo contra mi masculino bulto, endureciéndome el nabo enseguida. Sus brazos atrapados no le impidieron liberarlo de la cremallera. Le bajé un poco más el pantalón haciendo a un lado la delgada tanga, frotándole la cabeza de la herramienta haciendo círculos por sus glúteos; también hacia arriba y abajo en toda su raja.
    
    La mujer comenzó a decir:
    
    —Vivo aquí, me conocen, no me gustaría que mis vecinos...
    
    No pudo terminar de decirlo al sentir como la caliente y dura verga se le metía, penetrando su almeja. Reaccionó con entusiasmo y premura, echando su culo hacia atrás, logrando de esta manera que el térmico falo se le clavara hasta el fondo. Los movimientos de ambos se hicieron vigorosos y constantes.
    
    —¡No abandones mi cuello! —Dijo ella.
    
    Él estuvo de acuerdo mordiéndola, como respuesta, muy duramente y por sobre el omoplato sin soltarla. Ella se prendió firme a los hierros verticales de la reja, quedando su rostro ...
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