Me tiro al señor, hetero, de la casa IX - Relatos Eróticos

Me tiro al señor, hetero, de la casa IX

... ¡Joder!

- Y eso que eran otros tiempos donde estaba mucho peor visto que ahora. Y tú, ¿Cómo lo descubriste?

- La verdad que no he descubierto nada – le conté la historia del baño y vi que se ponía la toalla sobre sus piernas. Al terminar – Pues eso fue lo que pasó. No sé si fue por la amistad, por el momento, porque realmente me gusta…

- Tranquilo. No es algo que tengas que saber ya mismo, ni darle mayor importancia. Si te gustan las mujeres, bien. Si te gustan los hombres, también. Y si te gustan ambos, a por ello. No tienes que darle más vueltas.

- Lo ves muy fácil.

- No es fácil ni difícil. Es lo que es. Y si supiera que tus padres no te iban a aceptar o algo, te diría que te mantuvieras callado, pero no va a ser el caso.

Se levantó a abrazarme con un brazo sujetando la toalla con la otra mano. Y ahora si que pude notar que la tenía completamente dura. Escuchamos que se abría la puerta, y para que no notaran nada, mi abuelastro se tiró al agua sin el bañador. Yo le imité porque mi capullo sobresalía por la parte alta de mi speedo.

- Buenas tardes – dijo Ricardo cuando llegó a nuestra altura – Vengo a deciros que la comida estará en breve, por si queréis ir apañándoos.

Nosotros estábamos muy cerca el uno del otro. Tanto que pude notar la piel de su muslo chocar contra la mía. Mi polla despertó aún algo más, tuve que meter una mano debajo del agua para colocarla porque me apretaba la goma del bañador y me estaba haciendo daño. Vi como Darwin miraba a mi mano y sonrió.

No sé qué pasó por mi mente en ese momento, pero al ver su mirada cómplice alargué mi mano y toqué su capullo completamente duro. Se le escapó un pequeño gemido que tuvo que controlar porque teníamos a Ricardo enfrente.

- ¿Queréis algo antes de comer? – nos preguntó al ver que no le habíamos respondido ninguno de los dos.

- No gracias – respondió mi abuelastro después de recuperar el primer “susto”.

- Puedes llevarte los vasos, por favor. Ahora vamos al salón.

Vimos como se giraba para recoger los vasos y como giraba la cabeza hacia el bañador que vio tirado en el suelo.

- Menudo culazo que tiene – me dijo Darwin muy bajito guiñándome el ojo.

Ahora fue el que llevó su mano a mi paquete y me la apretó por encima del bañador. Solté un pequeño grito por el susto y la excitación del momento. Repitió el movimiento, pero esta vez me contuve al saber que lo podría hacer. Me armé de valor y me bajé el speedo sin llegar a quitármelo, liberando así toda mi polla dura. En comparación con la suya la mía era minúscula.

Me la soltó. En un primer momento pensé que se había terminado el juego, pero lo que hizo fue coger mi mano y llevarla a su mástil. Comenzamos una pequeña paja cruzada, mientras veíamos como el trabajador, manteniendo el culo demasiado tiempo hacia nosotros, se entretenía más de la cuenta en recoger lo poco que había que recoger.

Yo no iba a tardar en correrme. Era la segunda vez que me pasaba esto con un tío, y nunca con una ...