1. Los piropos del rudo obrero


    Fecha: 05/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... vi al obrero trabajando y fui yo la que llamó su atención
    
    - Emilio, he echado de menos tu burrada de lamañana.
    
    - Y yo ver ese cuerpazo, bombón. Estaba desayunando en el bar.
    
    - Pero no vayas a la hora que salgo yo, hombre.
    
    - Solohoy, es que me lo he dejado todo en casa, soy un desastre.
    
    - ¿Tampoco tienes comida?
    
    - No, ahora tendré que volver.
    
    - Sube conmigo a casa. Tengo macarrones, mi madre hace siempre de sobra.
    
    - No, por dios, no quiero molestar.
    
    - No es molestia, así me enseñas más frases de las tuyas.
    
    No sabría decir qué se me pasó por la cabeza para invitarlo a subir a casa, simplemente sucedió, porque me apetecía. Tras pensárselo un poco, Emilio aceptó mi invitación para lo que sería una comida amena que me sirvió para descubrir mucho más de él. Pero no me parecía suficiente, quedaban cosas suyas que necesitaba conocer.
    
    - ¿Por qué dices esas cosas a las mujeres que pasan?
    
    - No a todas, solo a las preciosidades como tú.
    
    - Eso también se lo dices a todas.
    
    - El piropo de albañil es un clásico, pero en mi caso, solo quería llamar tu atención.
    
    - ¿Tienes alguno nuevo?
    
    - ¡Quién fuera bizco para verte dos veces!
    
    - Ese es bastante flojito.
    
    - ¡Te voy a meter más rabo que cuello tiene un pavo!
    
    - Y ese ha sido demasiado fuerte. Uno más. Piénsalo bien.
    
    - Belén, que ojos más bonitos tienes tienes... para comerte todo el coño.
    
    - Ese me ha puesto cachonda. ¡Cómemelo!
    
    En realidad, llevaba toda la comida buscando una excusa para que me empotrara. Solo de imaginarme como debía practicar el sexo oral ese hombre, me puse cardíaca. Al principio pensaba que le estaba tomando el pelo, pero en cuanto cuanto me desnudé de cintura para abajo y me senté en el sofá, se arrodilló en el suelo y se abalanzó a por mi rajita.
    
    Tal y como imaginaba, Brais y él eran dos mundos diferentes. Su forma tosca de lamerme la vagina me hizo ver las estrellas. No estaba para sutilezas, además de utilizar la lengua y los labios, me daba mordiscos por donde pillaba, aumentando mi placer por momentos. Cuando se centró en mi clítoris, ya no hubo marcha atrás. Succionaba con una fuerza desmedida que me hizo gozar como nunca lo había hecho. Me sujeté a su pelo hasta correrme en su boca entre convulsiones y espasmos.
    
    Sin darme tiempo para recuperarme, se sacó la polla y me la metió en la boca, al menos, la parte que me cabía. Casi doblaba en tamaño a la de Brais, pero no dudé en mamarla. Él tomó la iniciativa y, agarrado a mi cabeza, me folló la boca con dureza. Me hacía daño, casi ni podía respirar, pero era justo lo que necesitaba, un hombre fuerte y con ganas de mí, que me hiciese por fin sentir mujer.
    
    En el aguante tampoco se parecía a mi novio. Llevaba tanto rato embistiendo contra mis labios, que acabé perdiendo la noción del tiempo. Solo pensaba en que necesitaba esa enorme tranca metida en el coño. Volví a la realidad cuando Emilio me la sacó de la boca para correrse en mi cara. En alguna ocasión había deseado ...