1. Mi Hermano es una Bestia…


    Fecha: 23/11/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Januman, Fuente: SexoSinTabues30

    ... gemidos masculinos y decirle por lo bajo a Sansón cosas como:“¡Eso es, muchacho! ¡Aguántala toda como un campeón!” Y cuando el perro se quejaba, le decía:“¡Tranquilo y déjate de tu macho! ¡Así me gusta!”.
    
    Yo me la jalaba más rápido, escuchando como las embestidas del semental de mi hermano al culo de su mascota también aumentaban. Me lo imaginaba moverse en todas las formas, metiendo y sacando su pedazote de virilidad, moviéndose en círculos y cogiéndose a su perro con salvajismo; hasta que me corrí y minutos después estoy seguro que Walter también lo hizo. Me regresé a la sala con la idea de que él y Sansón se habían quedado pegados, mientras todo el culo del pitbull rebosaba con el blanco y viscoso semen de mi hermano mayor.
    
    A todo esto, los días siguientes yo continuaba usando cualquier oportunidad en la que me quedaba a solas con el perro, para ponerlo a mamarme el rabo y dejarlo comerse toda la leche viril que guardo en mis bolas peludas. Pero también quise probar suerte e intentar el penetrar a Sansón. Ahora cada vez que estaba desnudo con él y lo sobaba, le veía con deseo el esfínter y me excitaba mucho pensando lo rico que sería meterle toda mi verga como lo hace Walter; pero para mí no resultó tan fácil, pues no soy su dueño y el perro lo sabe bien. El enorme y musculoso pitbull marrón dejaba que yo lo acariciara todo y le pasara mi verga erecta por el ano, pero cuando yo empujaba y quería meterle todo mi enrojecido glande, él me gruñía y se zafaba e iba, dejándome caliente y jalándomela solo.
    
    Me tocó hacerme muchas pajas así; cuando lo intentaba, pero no lo lograba. Yo temía forzar a Sansón al punto de que este terminara mordiéndome y de alguna manera mi papá o hermano terminaran enterándose. Sé que yo perfectamente podía hablar de esto con Walter y confesarle que sabía lo que él hacía con su perro y que yo también quería participar; pero cada vez que se daba la oportunidad, me acobardaba por alguna razón.
    
    Así pasaron varias semanas, en las que en secreto tanto Walter como yo usábamos al perro; sólo que yo sí sabía de él y lo envidiaba por ello, muriendo de ganas por poder hacer lo mismo que él. Hasta que al fin me llegó el día. Esa vez también fue un sábado, como en la primera vez que dejé que Sansón me comiera la hombría, e igual que en esa ocasión decidí replicar todo y hacer exactamente como mi hermano mayor hizo la tarde que lo espié. Me desnudé y dejé que el hedor masculino de mi cuerpo atrajera al perro; el cual en seguida se acercó y se puso a lamerme como ya está bien amaestrado. Mi rabo por supuesto se puso muy duro en segundos, gracias a la rica acción de la lengua salivosa de Sansón; al cual yo motivaba con caricias y frotes a su lomo, diciéndole las cosas que mi hermano mayor le decía.
    
    Pronto el perro me tenía gimiendo de placer, casi que yo sentía como el can parecía chuparme la verga dentro de su hocico. Y a todo eso yo continuaba sobando a Sansón por todo su peludo cuerpo, frotándole también por debajo en ...
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