Maite y su hijo Saúl - Relatos Eróticos

Maite y su hijo Saúl

Maite cerró la puerta detrás de ella y dejó un suspiro de decepción mientras miraba por la ventana para ver desaparecer el coche. Otro intento de encontrar pareja y otro fracaso. Salustiano había sido y se había comportado con ella como una gran persona. Era guapo, inteligente y exitoso, pero eso no había sido suficiente para llenar el vacío en el corazón de Maite. A pesar de que había vuelto a gozar con él de la experiencia de disfrutar el pene de un hombre en la boca.

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En un par de semanas se cumplirían siete años desde la muerte de su esposo pero aún no encontraba fuerzas para seguir adelante. Era una mujer hermosa, su exuberante cuerpo curvilíneo y su hermoso rostro siempre eran el centro de atención dondequiera que iba. Ser tan deseada y saber que todos los hombres habían estado extremadamente celosos de su marido había sido muy gratificante para ella durante los años de matrimonio. Sin duda era objeto del deseo y su esposo lo sabía. Ella nunca se lo había confesado, pero aquellas miradas hacían subir su temperatura sensual hasta el punto de originar fantasías en las que era usada por varios hombres a la vez. Y…¡Qué vergüenza al recordarlo ahora! Había tenido el orgasmo en su cama, haciendo el amor con su marido sí. Pero imaginándose penetrada por varios hombres que no eran él, todos al mismo tiempo.

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Pero eso había sido antes de aquella terrible noche. Fue un día después de cumplir treinta y dos años cuando ese horrible accidente cambió su vida para siempre. Su hijastro, Saúl, tenía solo diez añitos. Era el hijo del primer matrimonio de su esposo, que había enviudado de forma terrible por el cáncer de pecho de la mamá de Saúl, cuando el niño tenía seis años. Y ahora, el pobre chiquillo con tan solo diez, perdía a su padre.

Maite, a pesar de no ser su madre, tuvo que criarlo sola. Lo hizo bien, muy bien. Saúl había olvidado el hecho de que ella fuera su madrastra y ella, con más motivo. Se había hecho cargo de su crianza cuando se casó con su padre, con tan solo seis añitos y ahora, a los 18 su hijo era un joven apuesto, excelente estudiante y muy educado. Sabía que era una buena madre para él y esto la hacía feliz a pesar de los sacrificios.

Al entrar en la ducha, Maite no podía dejar de preguntarse si había cometido un error al terminar la relación con Salustiano. Saúl siempre le decía que se merece a alguien en su vida y sabía que necesitaba volver a sentir el toque de un hombre. Mientras el agua tocaba lentamente su hermosa piel, Maite imaginó en su mente cómo podría haber sido esta ducha si hubiera estado Salustiano. Se sentó con el culo apoyado entre el plato de ducha y la pared y enfocó el telefonillo del agua caliente a su clítoris. Seguro que Salustiano habría hecho diabluras con ella.

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Su mano se movió lentamente sobre sus pechos y comenzó a acariciar los duros pezones mientras pensaba en el amante como si ...