1. Una granja muy caliente (Parte 16)


    Fecha: 19/11/2019, Categorías: Gays Autor: Ciro, Fuente: TodoRelatos

    ... quedarse mirando cómo Mohamed no paraba de llevarse la mano al paquete. Parecía que se lo colocaba la polla y dejaba de tocársela. Pero al minuto ya estaba de nuevo ahí. Jamás había prestado Ignacio atención a lo que ocurría en la entrepierna de un hombre, pero hoy era distinto. No podía dejar de mirar lo que estaba haciendo aquel hombre meneándose la polla una y otra vez. Y no solo eso, sino que cuanto más lo miraba más comenzaba a excitarse. Ignacio trataba por todos los medios de concentrarse en colocar más ladrillos. Paleta, cemento, paleta, ladrillo, paleta, cemento, paleta, ladrillo... así fila a fila,
    
    "Vamos Ignacio, céntrate en lo que estás haciendo que te vas a caer de lo cachondo perdido que estás"
    
    Pero la excitación no bajaba. Como un acto reflejo volvió a mirar a la hormigonera y ahí estaba Mohamed agachado con el culo en pompa preparando más cubos de cemento para acercarlos al andamio y ahora Ignacio era quien no paraba de menearse la polla. Ignacio podía intuir ese culo negro bajo el mono de trabajo sudado y al girarse podía contemplar cómo el badajo que le colgaba de la entrepierna al musulmán crecía de tamaño con el constante manoseo. Ignacio quedaba mirando embobado como bailaba la verga de Mohamed bajo la tela del mono con el constante jugueteo de Mohamed. Sin darse cuenta Ignacio también comenzó a palpar su polla a través de los bolsillos del mono al principio y más tarde subiendo un poco la cremallera mientras se tomaba un pequeño descanso para juguetear directamente con la polla.
    
    - Ignacio, tengo ya tres cubos con el cemento. ¿Te ayudo con los ladrillos? - Preguntó Mohamed mientras seguía tocando su verga.
    
    Ignacio levantó la mirada y se quedó fijamente mirando como Mohamed prácticamente se estaba masturbando con el mono de trabajo puesto. Trató como pudo de evitar mirar a la entrepierna del negro pero era imposible. Estaba muy cachondo.
    
    Desde joven Ignacio había tratado de ocultar su homosexualidad. De joven sus amigos le llamaban para que se fuera de putas con ellos pero él siempre puso como excusa que tenía que ayudar a su padre con las vacas a la mañana siguiente y que no podía ir con ellos. Le confesó al cura de la iglesia que le excitaban los hombres y aquel sacerdote trató de hacer que dejara de tener aquellos gustos. Le aconsejó ir con mujeres, le pidió que cuando tuviera pensamientos con hombres que se lavara con agua fría y que rezara. Tiempo después hizo una sesión de terapia en la que le dio pautas para que su mente estuviera ocupada con otros pensamientos. Aquel cura había estado hipnotizando a Ignacio para que no pensara en hombres. Cada vez que se excitaba viendo a sus compañeros albañiles, fontaneros, pintores, agricultores o ganaderos embutidos en sus monos de trabajo y sudados después de largas jornadas de trabajo Ignacio se evadía dejando su mente en blanco y trasladándose a un verde prado. Un prado hipnótico que relajaba su mente y enfriaba su excitación. Durante muchos años aquello funcionó ...
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