Una granja muy caliente (Parte 16) - Relatos Eróticos

Una granja muy caliente (Parte 16)

... ocurre con Carlitos? ¿Por qué está hipnotizado?

- Hoy Carlitos debe descansar. Lo que ocurrió ayer por la noche... se comportaba como si estuviera programado.

Nelson inicialmente se quedó extrañado pero pronto volvieron los recuerdos a su mente.

- Hiciste un gran trabajo Nelson. Pudiste evitar que se marchara... no sabemos dónde.

- Gracias... sentí la necesidad de evitar que se marchara pero luego... eh...

Donato volvió a sonreír.

- Luego terminaste de rematar la faena. La verdad es que conseguiste que Carlitos se derritiera ante tus encantos como tantas veces ha hecho él con nosotros.

Tratando de disimular algo de vergüenza que le dieron aquellas palabras del viejo ganadero respondió Nelson.

- Sí... la verdad es que traté por todos los medios retener a Carlitos y bueno...

- Y lo hiciste tan bien que esta mañana sigue con nosotros. Pero hoy debe descansar. Por eso te pido que hoy te encargues tu de la granja. No te preocupes si no te da tiempo a recoger todo. Preocúpate de que todos los animales tengan comida. Ordeña las vacas y revisa que ningún ejemplar tenga algún problema y que en la finca no haya ningún problema.

- De acuerdo... ¿y Mohamed?

- Ya le he dado las instrucciones, hoy seguirá con Ignacio levantando la estructura de la nueva nave.

Nelson asintió con la cabeza, se puso las botas y marchó al establo tal y como había pedido Donato.

Ignacio llegó a la granja dispuesto a seguir con la obra y pensando solo en que deben levantar toda la estructura antes de que lleguen las vigas para poder aprovechar al máximo el tiempo y después empezar a montar el tejado. Conocía perfectamente los plazos, cómo debía de trabajar y bueno, lo cierto es que no iba nada mal de tiempo en la obra. Así evitaba tener que quedarse más tiempo y luego llegar más tarde a su establo. Al llegar a la granja de Donato su mente cambió. De pronto un hormigueo en la entrepierna comenzaba a hacer despertar su verga y de manera inconsciente empezó a frotársela por encima del mono. Una leve excitación que no era nada con lo que se le venía encima. Al entrar en la granja ya estaba trabajando Mohamed. El Senegalés llevaba unas botas de goma verdes a juego con el mono de trabajo con unos guantes para la obra y sobre la cabeza un gorro para protegerse del frío mañanero. Recibió al albañil con la mejor de sus sonrisas.

- Venga Ignacio, estoy preparado para hoy.

De inmediato Ignacio sintió que su excitación crecía de manera desmedida y tuvo que acomodarse la polla. Si ya se sentía atraído por la apariencia física de Mohamed, su voz y su acento lo sedujeron aún más y definitivamente su olor corporal lo terminaron de atrapar. Un olor muy característico desde primera hora de la mañana que lejos de desagradar a Ignacio lo amarró aún más a ese despertar sexual que desde el día anterior no dejaba de crecer. Ignacio se subió al andamio y desde allí podía contemplar como otro día más el senegalés se sobaba frecuente mente la entrepierna. Daba ...