1. Ángel de Florencia 3: Diosa de porcelana. Mi primera esclava


    Fecha: 15/11/2019, Categorías: Incesto Autor: VenoMaliziA, Fuente: CuentoRelatos

    ... manos hasta su culo, tierno pero firme. Maravilloso al tacto.
    
    Miré a mi hermano. Reclinado en el sillón, disfrutaba de lo que veía.
    
    No estaba muy segura de lo que él esperaba ver, así que me centré en ella, mi frágil doncella. Su rostro era encantador, aún con los nervios. De su culo, mis manos ascendieron por sus caderas, por sus costillas, hasta sus enormes y redondeados pechos. Por el tacto, aquellas dos bellezas eran naturales.
    
    No se movía, dócil y obediente.
    
    Apoye la palma de mi mano entre sus pechos buscando el latido de su corazón, que traicionaba toda la calma que mostraba. Mantuve la mano allí y muy despacio, me acerqué a uno de sus pezones, lo justo para lamerlo un poco, y regodearme en cómo se le aceleraba el pulso.
    
    Mi encantadora sirena tomó aire, y me miró con ojos brillantes y las mejillas arreboladas, casi en trance. Una de sus delicadas manos presionó la mía contra su corazón, que latía cada vez más fuerte.
    
    Tras un par de vueltas con la lengua, presioné ligeramente con los dientes y ella soltó un pequeño gemido ahogado, realmente adorable.
    
    Con la mano libre, bajé hasta sus muslos, notando como el mínimo roce la tensaba y la excitaba más aún.
    
    -Bianca... -la voz de mi hermano me sacó de mis pensamientos, no lo había oído moverse, pero había sacado un maletín de alguna parte y lo estaba abriendo sobre la mesilla-
    
    Hay de todo aquí, por si quieres probar.
    
    El maletín estaba lleno de juguetes: grandes, pequeños, lisos, de formas extravagantes... Y había un rollo de cuerda trenzada y negra.
    
    A mi orden, ella se arrodilló en la cama, y le até las dos manos juntas pasando la cuerda por una anilla de metal que había en el centro del dosel. Me saqué el vestido por la cabeza y me pegué a ella desde atrás. Con la mano izquierda estrujé su seno, Y la derecha bajó por su vientre, por su pubis. Empecé a masturbarla con un sólo dedo, muy lentamente sintiéndola temblar contra mí. Rozaba apenas su clítoris, aprovechando sus propios flujos, y ella trataba de respirar hondo y no hacer ruido, pero el corazón le iba a mil y sus pequeños gemidos me excitaban muchísimo. La incliné hacia delante y cogí uno de los juguetes del maletín, un potente vibrador a control remoto. Primero lo deslicé sin problema por su encantador conejito, estaba mojadísima. Se lo metí por detrás, y le arrojé el mando a Allessandro. Seguí jugando con su clítoris, y mi hermano activó el juguete, que empezó a zumbar dentro de su culo.
    
    Mi sirena preciosa, con las manos atadas, se encogió sobre sí misma intentando resistir, hasta que la penetré con otro de los juguetes y lo encendí a plena potencia. Ahí se arqueó con violencia contra mí, gimiendo sin control con una voz deliciosa.
    
    Tuvo un primer orgasmo repentino, saturada por ambos lados a la vez, mientras le mordía el cuello. Los aparatos eran tan potentes que podía sentirlos vibrar contra mi estómago.
    
    Ella ardía. Su frente se perló de minúsculas gotitas de sudor, que resbalaron por su fino ...