1. Ángel de Florencia 3: Diosa de porcelana. Mi primera esclava


    Fecha: 15/11/2019, Categorías: Incesto Autor: VenoMaliziA, Fuente: CuentoRelatos

    Ha pasado ya algún tiempo desde que sané por completo. La cicatriz es apenas perceptible, y ya no duele. No me quedan marcas. Últimamente se obsesiona mucho con que mi piel esté perfecta.
    
    Mi pasado antes del accidente es un recuerdo borroso y lejano. Su presencia lo ha desterrado todo. Su piel blanca, su fuerza bestial, sus ojos, verdes y venenosos.
    
    Mi hermano gemelo es un auténtico monstruo, y de una forma u otra, la gente lo percibe, lo siente bajo la máscara que es su rostro angelical y su cuerpo perfecto, sensual como el diablo.
    
    Y yo... Yo no concibo más vida que la que él me ha devuelto. Allessandro ha nacido para ser amo y señor absoluto; donde yo me sumí en una depresión autodestructiva, él se alzó con furia, orgulloso y altivo, dispuesto a imponer su voluntad sobre todo y todos. Yo era de su exclusiva propiedad, el fin que justificó todos y cada uno de los medios. Volver por mí siempre fue el plan, y el accidente solo precipitó las cosas.
    
    Un día, desperté al sentir sus dedos en mi espalda. Siempre duermo desnuda, sabiendo que mi cuerpo le tienta. Me enorgullezco de esos momentos en los que parece perder el control de la situación por un momento, donde lo único que existe soy yo, y su deseo y su hambre.
    
    "Vístete. -Dijo- Hoy vamos a salir."
    
    Elegí un vestido negro corto y con mucho vuelo, de tela fina y resbaladiza. Era uno de sus preferidos, muy suelto, lo dejaba todo muy a mano. Tenía curiosidad por saber dónde me llevaría. Elegí unos tacones de aguja bien altos; quería quedar lo más pareja posible con su altura y que mis piernas luciesen lo más apetitosas posible. Nos gusta jugar con nuestro increíble parecido en los lugares públicos. Vayamos donde vayamos la gente nos mira. Es gracioso.
    
    Cogí un par de medias de liga de encaje listado, y un liguero minimalista con detalles florales. Decidí no ponerme braguitas, por si en algún momento, Allessandro me plantaba una mano en el culo. Se daría cuenta y no podría dejar de pensar en ello. O me levantaría la falda como por descuido un instante para torturar a un jovencito con cara de virgen. Sea cual fuere el resultado, sería divertido. Me maquillé con esmero.
    
    Cuando salimos, un taxi nos esperaba ya en la puerta. Él le dio las instrucciones al conductor y se sentó detrás conmigo.
    
    Ya se había dado cuenta de sobra que no llevaba nada debajo. Se pasó el largo camino manteniendo una conversación banal y distraída con el conductor, mientras yo fingía interés en mi teléfono, cada vez más mojada por la forma en que me tocaba bajo la falda.
    
    El taxi nos dejó en la puerta de un hotel muy exclusivo del centro. Cruzamos el vestíbulo a paso ligero y tomamos el ascensor. Presionó el botón a la octava planta y las puertas se cerraron. Se me pegó por detrás y su mano derecha se abrió paso bajo mi falda, la izquierda por mi estómago, sobre el vestido. Estaba de un humor excelente.
    
    -Estás perfecta, Bianca. -susurró- Tengo un regalo para tí. Han tardado más de lo que pensaba en dar ...
«1234...»