1. Lo siento, abuela (2)


    Fecha: 13/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Hidden Words, Fuente: TodoRelatos

    ... animales apareándose.
    
    —¡Fernando, por favor! ¡Nos van a ver, el vecino nos va a ver! —sus tetas rebotaban cuando se me escapaban de la mano.
    
    —Que mire si quiere. Que vea lo que se pierde —solté sus tetas y le apreté la piel de sus caderas, mientras seguía sosteniendo su brazo con la otra mano.
    
    Sus gemidos, mis jadeos y el sonido de sus nalgas golpeándose contra mí hacían de música ambiente en aquella habitación.
    
    Aceleré las embestidas y sus gemidos se transformaron en quejidos. “Fernando, nos van a ver”. Tapé su boca. Seguía sin soltar su brazo. Cada vez era más fuerte el sonido de sus nalgas golpeándome.
    
    Tac-tac-tac-tac-tac.
    
    La miraba sin despegar la vista de su cara, rojo, sudando, serio, concentrado en no perder el ritmo y disfrutando de la expresión de su rostro, incrédula buscando respuestas.
    
    Mi verga entraba y salía, y mis pelotas golpeaban la entrada de su húmedo coño, sin piedad alguna.
    
    De pronto, sus ojos se agrandaron, giró un poco la cabeza y me miró.
    
    Debió intuirlo por mí tensión muscular y mi mirada, una mezcla entre determinación y lujuria.
    
    Entre balbuceos, entendí que quería decirme algo, así que le quité la mano de la boca.
    
    —¡No, Fernando! —tomaba aire— ¡Por favor, eso no! —ella lo sabía. Pero era tarde.
    
    —Lo siento…
    
    —¡No! —gritó, pero le volví a tapar la boca.
    
    El sonido del choque de sus nalgas contra mí era ensordecedor.
    
    —No puedo más...—se la ensarté hasta el fondo y la dejé quieta.
    
    —¡No!
    
    —Ahí va...—dije con los dientes cerrados, sintiendo cómo su coño apretaba mi verga.
    
    —¡Nooo! ¡Fernando, no adentro, por favor! —alcanzó a murmurar con lágrimas en los ojos.
    
    —¡Te voy a llenar! ¡AAAAGGGHHHH!
    
    Vacié cada gota de esperma dentro de ella.
    
    La levantaba con cada espasmo mientras seguía acabando.
    
    Sus ojos se abrían de par en par.
    
    Sabía que cada chorro de leche había acabado golpeando el interior de mi abuela. Algunos hilos de semen se escapaban de su coño y se deslizaban entre sus muslos. Si fuera más joven, tenía la certeza de que la habría preñado en ese instante.
    
    Pasaban los segundos y mi polla seguía escupiendo fluidos dentro de ella. Era la mejor corrida de mi vida.
    
    La tenía tomada de sus caderas mientras nos reponíamos. Le besé la nuca. Sentía cómo se mezclaba la transpiración de su espalda con la de mi pecho. Mi pene volvió a su tamaño y se retiró de su vulva goteando. Di unos pasos hacia atrás y caí rendido en la cama.
    
    Ella, con las piernas temblando y la respiración agitada, recogió su dignidad y se fue al baño.
    
    Se encerró y sentí que abrió la llave del agua.
    
    Me reincorporé después de un rato, tomé las bragas limpias que había dejado listas para usar hoy y me limpié la polla. Las tiré en la cama como papel usado y fui a la cocina desnudo a beber un vaso de agua y recuperarme. Estaba agotado.
    
    Supuse que no querría hablar, así que me vestí y me fui toda la mañana a hacer compras.
    
    Me había liberado. Era otro. 
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