1. La dorada obsesión


    Fecha: 13/11/2019, Categorías: Gays Autor: Gavin, Fuente: SexoSinTabues30

    ... brazos más largos y, aunque logré quitármelo de encima dos veces, no tenía idea de cómo atacarlo.
    
    Varias veces intentó hacerme una llave, pero yo estaba bien afirmado y siempre conseguía zafarme. Finalmente Abdou pudo tomarme por la cintura desde atrás y empezó a hacer fuerza para tirarme. Yo clavé mis talones en la colchoneta, tratando de resistir, pero él me derribó. Sus brazos, como dos serpientes de chocolate, me inmovilizaron. Traté de girar pero eso me dejó en una posición más desfavorable. Abdou se sentó sobre mi pecho, apoyando su trasero en mi cara y con sus piernas me paralizó los brazos. Me tomó por las caderas y después, con una de sus manos, agarró mi pene. El gentío bramó de entusiasmo.
    
    Dejé de resistirme. Abdou se dio cuenta de que yo ya me había entregado y eso lo alivió. Cambió de posición para hacer su trabajo más cómodamente, a la vista del público.
    
    Con la punta de los dedos de una mano, Abdou acariciaba mis pezones y con la otra, sin apuro, me pajeaba. También el brujo se había acercado. En una mano, sostenía una vasija azul. Con la otra, me acariciaba los testículos. Me susurró que le avisara cuando estuviera por correrme. El público entonaba cantos tribales mientras gozaba del espectáculo.
    
    Después de un buen rato de disfrutar las intensas caricias africanas, sentí un estremecimiento en la pelvis. Le susurré al brujo que ya me venía. Este acercó la vasija a mi pene. Ante la ovación general,entregué abundantemente mi semilla. Allí entendí porque Marcos me había pedido que no me pajeara.
    
    Abdou se puso de pie, sonriente. Tomó la vasija que le ofrecía el brujo, hizo una reverencia y bebió todo su contenido. Recibió los aplausos de la concurrencia con el puño en alto. Luego el público entonó otro canto, muy cadencioso.
    
    El chico negro me puso de rodillas, con la cabeza apoyada en el suelo y la cola en alto. Mis brazos quedaron extendidos hacia atrás. El brujo vertió un líquido aceitoso en mi ano. Sentí un calor agradable mientras Abdou, tomándome las muñecas, ya se hamacaba entrando y saliendo de mí al ritmo de los cantos. El brujo aumentó mi placer acariciando con gran destreza mis genitales. Al parecer, para que la ceremonia fuese completa era necesario que yo mantuviera mi erección mientras el otro niño me penetraba.
    
    Finalmente Abdou gimió salvajemente, dejó caer mis brazos y me tomó por la cintura. Una última arremetida lo llevó al orgasmo. La calidez de su semen inundó mi cuerpo como lava derramándose por la montaña. Cuando por fin el chico se sació de mí y retiró su miembro, el brujo metió sus dedos en mi ano y después, orgulloso y sonriente, enseñó al público una muestra de las semillas del nuevo adulto que ya estaban fecundando al niño dorado. Una ovación celebró la victoria.
    
    Salimos del auditorio y entramos al vestuario. Abdou y su padre se abrazaron. El chico estaba aliviado y feliz. Después de cambiarse, se retiraron juntos para seguir con sus festejos.
    
    El brujo se acercó y me dijo: En la ...