Pasos en la noche 3 - Relatos Eróticos

Pasos en la noche 3

... momento en el que la punta de sus dedos entró en los primeros centímetros de mi vagina. Estaba ebria. Esta vez, dieciocho años después, no lo estaba. Estaba más que consciente. Y acabábamos de hacer más que unos besos con caricias. Le mamé las tetas al tiempo que la dedeaba. La había hecho mía como mi padre antes de penetrarme con su gran verga. Había gozado con sus fluidos. Ella era mía. No importaba que hubiese tenido un hijo con mi padre o que ella hubiese tenido a bastantes amantes desde nuestro último beso, yo era suya y ella era mi propiedad.

Lidia, Lidia… ¡Lidia!

Sentí la verga de mi padre soltando su problemático semen en mi interior. Seguramente se excitó de más al verme retorcer de placer mientras gritaba el nombre de mi amiga en mi mente… Sí fue en mi mente, ¿verdad?

—Eso es putita. Recibiste lo que merecías.

Me sacó la verga sin ningún cuidado. Me puse de rodillas y lo miré hacia arriba. Como siempre, su verga semi flácida terminó apoyada en mi cara, en mi barbilla. Con una sonrisa comencé a limpiarla.

Pero había un problema.

Algo era diferente.

Su verga siempre sabía a sudor, a leche, un poco de orina y, luego de follarme, a mis jugos. Pero esta vez sabía distinto. ¿Era que la excitación de tener a Lidia cerca me había cambiado el sabor? Ahora me recordaba a un viejo sabor, al mío de hacía tantos años ¿Me había rejuvenecido?

—Apresúrate. Tu amiga debe ser atendida —dijo, dándome palmaditas en la mejilla.

Terminé el trabajo y me puse de pie.

—Papá… ¿por qué…?

—Vete, hija. Atiende a la visita.