1. Pasos en la noche 3


    Fecha: 12/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Virjal, Fuente: TodoRelatos

    ... hace un mes.
    
    —Oh —dijo ella al entender las cantidades de tiempo—Ya entiendo por qué desapareciste. Tu mamá era una santurrona. No me molestó que muriera.
    
    Abrí los ojos como platos. Eso no lo sabía.
    
    —¿Cómo…?
    
    —La atropellaron cuando protestaba afuera de una clínica de abortos. Resultó que no hacían abortos ahí, sino en la calle siguiente.
    
    Claro, siempre podía esperarse estupidez cuando se pensaba en mi padre y su fanatismo.
    
    —¿Dónde te quedarás? —pregunté para no continuar con aquel tema tan escabroso.
    
    —La boda es mañana. Hasta entonces planeaba quedarme con unos amigos.
    
    —Ven conmigo.
    
    La tomé de la mano juntas fuimos a su auto. De nuevo me sentía como una niña tomando de la mano a la niña que me gustaba. Era una visión inocente, nada que ver con la depravación que se auguraba de los demonios lésbicos.
    
    Subimos a su auto y le dije por dónde conducir. Estábamos en el camino de tierra, lejos del pueblo, cuando le pedí que se detuviera. Mi corazón latía a toda velocidad. No sabía cuánto de mi juicio funcionaba correctamente.
    
    —Sé que has estado con un millar de mujeres desde entonces, pero…
    
    —Aun te deseo, Mónica.
    
    Me abalancé hacia su boca. Introduje mi lengua hasta lo más profundo de su garganta. Ella rodeó mi rostro con sus manos y con suavidad (y firmeza) comenzó a bajar mi cabeza hacia su cuello y luego hacia su escote. Su blusa era de esas que aparentan ser tela envolviendo a una persona, con un pliego encima de otro. Esto permitió que pudiese abrirme paso con mayor facilidad hacia sus tetas. Antes de darme cuenta ya estaba succionándole el pezón izquierdo. Sus gemidos me pusieron todavía más mojada.
    
    —Mónica…
    
    No me detuve, seguí lamiéndole las tetas mientras aumentaba nuestras respectivas lubricaciones. Debo decir que aprendí de mi hija, de la chiquilla que alguna vez succionó de mis pezones para obtener alimento.
    
    —Por dios… Mónica.
    
    Mi mano se fue hacia su entrepierna. Comencé a sobarle por encima de la tela, donde se podía sentir la diferencia entre sus labios mayores. La necesitaba conmigo. Quería que se los quitara y me dejara explorar la vagina que alguna vez le comí poco antes de quedar embarazada.
    
    —Amor…
    
    Cambié de teta sólo para que aquella palabra tuviera más peso. ¿Yo era su amor? Papá jamás de decía de aquella forma. A decir verdad, sólo cogíamos. No había otras muestras de amor. Seguíamos siendo padre e hija. Sólo en la cama éramos marido y mujer. Si Lidia me llamaba amor debía ser porque…
    
    —Espera, mi amor.
    
    Me apartó de sus tetas y me dio un beso en la punta de la nariz.
    
    —Llevo todo el día viajando —continuó—. Antes de cualquier cosa, quisiera pasar un buen rato bajo el agua para quitarme el sudor.
    
    Yo jadeaba. Quería más. Necesitaba desnudarla y que ella me viera como sólo Dios y mi padre me han visto. Pero su rostro lleno de incomodidad me hizo detenerme. Claro, claro. No es sexo si ella no quiere.
    
    Aun jadeando me aparté y me acomodé el cabello. Ella sólo se acomodó un ...
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