1. Átame a ti :Capítulo 09


    Fecha: 12/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Andy, Fuente: TodoRelatos

    ... indicado por María, al punto que se dibujó una mueca de dolor en el rostro de So. Aun así, no se atrevió a decir nada, creía que la mínima alteración destruiría el ambiente que su hermana quería crear.
    
    El lugar yacía solitario y en silencio, como si hubiesen entrado a una dimensión aislada del resto del mundo. Un inmenso pasillo se extendía frente a ellas y solo había cuatro puertas de distintos colores; roja, rosa, verde y, al final, la violeta.
    
    So podía escuchar el sonido de so corazón con claridad y cuando comenzó a caminar, los tacones resonaron como un instrumento de percusión. La hermosa puerta estaba pintada pulcramente de un violeta pálido y tenía una hermosa flor de cayena grabada en sus monturas. Lu introdujo la llave y la cerradura se destrabó con un suave sonido metálico.
    
    La puerta se abrió y So aguantó la respiración de forma involuntaria mientras sus pies se movieron con paso vacilante hacia el interior.
    
    Inmediatamente supo que aquel lugar no era un simple hotel. La habitación era muchísimo más amplia que la del cualquier otro hospedaje que conociera. Las paredes estaban pintadas de un tono púrpura mucho más oscuro que el de la puerta o el llavero. Lu dejó las llaves sobre un pequeño mueble que había al lado derecho de la entrada, bajo una televisión de unas treinta pulgadas. El sonido metálico captó la atención de So, quien miró a su hermana caminar tranquilamente hasta la cama.
    
    En inmenso colchón estaba en medio de la habitación, como si se tratase del epicentro de un inmenso cuarto de juegos. Su vista se paseó por cada objeto que había en la habitación; en la pared del lado izquierdo había una gran Cruz de San Andrés empotrada, forrada de una tela roja que se apreciaba tacto al suave y con una pequeña tarima de madera pulida. Las sujeciones eran de un cuero brillante, ancladas a cadenas de metal que brillaban bajo la luz blanca de las lámparas.
    
    Al fondo, colgado de las gruesas vigas de metal que atravesaban el techo, había una especie de arnés. Estaba hecho del mismo material, sujetado de cadenas gruesas que indicaban que podían soportar el peso de una persona. Curiosamente, de los gruesos travesaños también resaltaban gruesas argollas soldadas firmemente del metal, que parecían cuidadosamente hechas para ser usadas con las sogas de distintos colores y grosores, prolijamente enrolladas y colgadas en una percha clavada a la pared.
    
    Al lado derecho destacaba un mueble similar a los potros usados por los gimnastas, con la salvedad de que este se estrechaba de sobremanera en la parte superior, tomando una forma triangular cuando se apreciaba de frente. La parte superior no era más ancha que un listón de madera y se estimaba acolchada y forrada de cuero marrón. La parte se veía rígida, de madera pulida y con sujeciones fijas de cuero para las cuatro extremidades e, incluso, se sorprendió al ver que había hecha a la medida para el cuello.
    
    Habían un par de muebles más que So no pudo reconocer, pero que se notaban ...
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