1. La hija de mi mejor amigo


    Fecha: 03/04/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... enfermedad, no le quedaba mucho tiempo. Por la noche, al llegar al bar, vi que habían intentado entrar a robar. No lo habían conseguido, pero tendría que reparar la persiana. La oscuridad se estaba adueñando de mí y lo iba a pagar quien menos lo merecía.
    
    La noche estaba yendo bien, pero ya no podía soportar ver a los tíos acosando a Cayetana. Me contuve como pude, no podía permitirme formar un escándalo y acabar perdiendo clientes. Pero exploté en cuanto cerramos y nos quedamos haciendo caja la joven y yo.
    
    - Parece que disfrutas teniendo detrás a esos babosos.
    
    - No digas tonterías, lo hago por tu negocio.
    
    - ¿Te dejas acosar por mí?
    
    - No va a ser por mí... sé que me paga mi padre, tú estás tieso.
    
    - No me hables de esa manera.
    
    - Relájate o no vuelvo más, no necesito el dinero.
    
    - No necesito relajarme. ¿Sabes lo que necesito?
    
    - ¿Qué?
    
    - Follarte hasta quedarme seco.
    
    - ¿Qué coño estás diciendo?
    
    - Que estoy hasta los huevos de verte zorrear, ahora me toca a mí enseñarte unas cuantas cosas.
    
    No sabía de qué parte oscura de mi interior salían esas palabras, pero ya no había forma de frenarme. Me abalancé sobre ella para besarla a la fuerza. Mientras más se intentaba resistir, más cachondo me ponía y le metía mano por todas partes, sintiendo por fin el tacto de sus nalgas y sus senos. Era mucho más corpulento que ella, no tenía ninguna oportunidad de evitar lo que iba a suceder.
    
    Le rompí los botones de la camisa y desgarré su sujetador. Después de comerle las tetas, de morder sus duros pezones, le aplasté el pecho contra la fría barra del bar. Con una sola mano sujeté sus dos muñecas por detrás de la espalda, no dejaba de moverse. Con la otra mano subí su falda y le bajé el tanga de un tirón. Le introduje un dedo en la vagina. Estaba caliente, pero seca. Me escupí en la mano para lubricarme la polla y apliqué una buena dosis en su rajita.
    
    Consciente de lo que iba a suceder, Cayetana no dejaba de llorar y de suplucarme que parara, prometiendo que no se lo contaría a su padre. Amancio, ese cabrón que quiso cumplir nuestro sueño por su cuenta y se había forrado, humillándome al colocarme de puto camarero y que encima se atrevía a pedirme favores. La violación de su hija también iba a ser culpa suya.
    
    Asegurándome de que, por su bien, se iba a estar quieta, le solté las manos y me aferré a sus caderas para hincarla hasta el fondo. La joven gritaba por el dolor que le provocaban mis salvajes embestidas. Pasé las manos de la cintura a sus enormes tetas, las apreté con fuerza, tirando de los pezones. Los empellones eran tan brutales que se golpeaba una y otra vez contra la barra.
    
    Estaba completamente descontrolado. Le pellizcaba por todas partes, le daba palmadas fuertes en el trasero, le metía los dedos en la boca, le tiraba del pelo y le mordía el cuello, los hombros, todo lo que pillaba. Estaba a punto de correrme en su joven coñito, pero necesitaba sentirla totalmente humillada.
    
    - Dime que nadie te ha ...