1. Mi hermano y yo (I)


    Fecha: 11/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Galmale, Fuente: SexoSinTabues30

    ... mesa con velas, preparada hasta el último detalle. La luz tenue de una lámpara. Había acabado cuando llegó Juan.
    
    Apenas probara el alcohol. Dos o tres cervezas en mi vida con alguna amiga y poco más.
    
    Se metió en uno de los baños, y cuando salió, estaba mejor que nunca. Su tez morena resaltaba en una camisa de seda por fuera del pantalón tipo chino, unos naúticos… y oliendo a Hugo Boss, colonia que siempre se la compraba yo y que me volvía loca cada vez que la ponía.
    
    Luego me fui a preparar yo. Casi una hora me eché. Me duché, me puso la tanguita negra, el sujetador, me hice un recogido. Me perfilé los labios, cejas, pestañas, perfume… alguna cosa me tenía que haber enseñado mi madre, que en eso era una maestra. Y luego el vestido. Me parecía aún más pequeño. El escote ya estaba en la frontera con los pezones y el culo, bueno, si me agachaba se me veía todo. Me puse las sandalias y salí.
    
    Cuando aparecí ante mi hermano, el bulto en la entrepierna de su pantalón lo decía todo. Tragando saliva y balbuceando me dijo:
    
    Me giré sobre mí misma para que me viese bien. Luego me dirigí a la cocina. En el pasillo había unos espejos y por ellos pude ver como Juan me miraba el culo. Me empecé a poner colorada y caliente a la vez. Gracias a los tacones y, porque no decirlo, con mi ayuda intentaba menear el culo todo lo que podía. Cuando llegué a la cocina, instintivamente, me quité el sujetador. Quería que las tetas también se meneasen y botasen. Cuando hice la prueba delante de un espejo, aquello era un festival de carne intentando salir del vestido.
    
    Con la fuente del marisco me fue al salón, mi hermano ya apenas podía disimular su polla. Nos echó vino a ambos, y yo sin esperar, me lo tomé de un trago. Al no estar acostumbrada, y con el estómago vacío, ya uno se puede imaginar la reacción al cabo de unos minutos: la fase de la alegría.
    
    Cuando acabamos el primer plato, se ofreció a ayudarme. Le contesté que sí, pero me preocupé de ir delante de él para que pudiese verme bien como meneaba mi culo. Al llegar a la cocina miré de reojo. Su polla iba a estallar dentro del pantalón.
    
    Cogimos el segundo plato, y una vez más, me adelanté, bueno, no hizo falta. Ya se puso detrás. Otra vez, esos tacones tan altos hacían que mi figura resaltase y mi culo aún se levantase más. Y como no, el vestido que, al agacharme antes, se había subido y ya se veía algo de mi culo.
    
    Sentados en la mesa, vi que la línea de los pezones asomaba, encima estaban puntiagudos más de lo habitual, pero me hice la despistada y no subí el vestido. Quería que Juan disfrutase, se lo merecía, por todo lo que había hecho por mí, y porque empezaba a gustarme cada vez más ¿amor? No lo sé. Pero era el hombre perfecto.
    
    Acabamos el vino con el postre, yo ya estaba más que alegre. Me dijo de poner algo de música.
    
    Y puse unas baladas, cosa difícil, teniendo en cuenta la música de hoy, reguetón y todo eso. Cuando empezaron a sonar, me dijo:
    
    Y me fundí con él, apoyando mi ...
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