1. Mi hermano y yo (I)


    Fecha: 11/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Galmale, Fuente: SexoSinTabues30

    ... viendo videos por el móvil. Pero nada comparado con lo que tenía Juan entre sus piernas. Cuando se corrió, la cantidad de leche que le salió era brutal. Para que no descubrirme, salí de la galería enseguida. Desde aquella, siempre que veía que tardaba cuando se metía en el baño, yo me dirigía a la galería, a veces tenía suerte y otras no.
    
    Con 18 años recién cumplidos, me dispuse a realizar los exámenes de acceso a la universidad. Me había costado muchísimo acabar el bachillerato, pero gracias al tesón y paciencia de mi hermano lo conseguí. Nunca le podré estar tan agradecida. Ahora me dedico a lo que me gusta, que es bibliotecaria, en una pequeña biblioteca en un barrio de mi ciudad. A medida que se acercaban las fechas de los exámenes, Juan parecía más nervioso que yo, lo que me resultaba hasta gracioso. Pero aprobé, y nunca vi sonreír tanto y estar tan alegre a mi hermano. Cuando vimos los resultados nos fundimos en un abrazo, y yo con más fuerza que él. Me sentía tan a gusto entre sus enormes brazos mientras me besaba en las mejillas y la frente.
    
    No sé por qué, pero en ese momento, mientras seguía abrazado a él, le pregunté:
    
    Al principio, dudó, pero luego aceptó.
    
    Yo le había espiado en su ordenador, y sabía que le gustaban las mujeres que vestían ceñido, con tacones altos y el pelo recogido. Cuando íbamos en el coche y en un semáforo cruzaba alguna chica, si tenía ese perfil, las seguía durante un momento con la vista. Pero, como siempre, al rato se volvía a centrar en el trabajo, los estudios, las obligaciones….
    
    Al día siguiente, Juan levantó muy temprano y se fue a la universidad, el examen duraría prácticamente toda la mañana. Yo me dirigí, con algún dinero que había estado acumulando en los sobres al centro comercial. Allí me compré una tanguita con encaje y un sujetador negro a juego. Luego unas sandalias del mismo color y con unos tacones de infarto, y ya solo me quedaba el vestido. Me encontré a una compañera, Bea, algo famosa por ser bastante libertina y le comenté si me ayudaba a comprar algo atrevido porque había comenzado a salir con alguien del pueblo donde tenían mis padres la casa. Mentira.
    
    Casi me arrepiento. Cogimos un vestido de una tela tipo elástica blanco, que descubría más que tapaba. Ceñidísimo. Apenas cubría mi culo, tenía que tirar continuamente hacia abajo. Era de tirantes y con escote que ya mostraba un buen porcentaje de mis enormes tetas.
    
    Bea en estado puro. Para ella perfecta eran minifaldas, bueno, microfaldas y camisas ceñidas al máximo, insinuar toda la carne posible.
    
    Luego la invité a tomar algo. Hablamos de todo un poco. Y nos despedimos, eso sí, con el mensaje típico de ella.
    
    Me sonrojé.
    
    Cuando llegué a casa, me llamó mi hermano. Me dijo que le llamaron de la fábrica, y que si podía ir a hacer un par de horas, les había salida una urgencia. Perfecto, pensé, tendré más tiempo para preparar todo.
    
    La cena, un poco de marisco y un pollo asado con una receta que tenía guardada. La ...
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