1. Mi hermano y yo (I)


    Fecha: 11/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Galmale, Fuente: SexoSinTabues30

    ... amigos y es que, su preocupación por mí, el estar pendiente de que no me faltase de nada, de ayudarme con los estudios, hablar con los tutores, su afición a la natación, que le permitía relajarse y, encima, un trabajo bastante bien remunerado en una fábrica a las afueras de la ciudad durante los fines de semana y los meses de verano lo tenían prácticamente ocupado. No quería depender para nada de nuestros padres, y de hecho prácticamente ya éramos autosuficientes. A veces, yo me sentía algo culpable, su juventud la estaba sacrificando por mí, pero luego cuando nos gastábamos bromas, nos hacíamos cosquillas o nos peleábamos de mentiras observaba que estaba a gusto conmigo y lo mucho que me quería.
    
    Tras el bachillerato, Juan empezó la carrera de Ingeniería Industrial. No entendía como era capaz de sacar las mejores calificaciones, estaba entre los 4 o 5 mejores, con todo el trabajo que tenía conmigo pendiente de mis estudios, la casa, el trabajo a tiempo parcial y el poco tiempo libre que tenía nadar. Nuestros padres, estaban ya prejubilados. Apenas venían ya a la ciudad salvo para hacer alguna gestión, pasar la nochebuena y preguntarnos si nos hacía falta algo. Poco más. Y eso cuando no estaban de viaje, que era siempre que podían.
    
    Mi hermano les decía que no, que ya teníamos de todo. Salvo los gastos generales del piso, el resto ya se encargaba Juan de pagarlo. Aun así, mi madre me dejaba a mí un sobre con dinero que, curiosamente, guardaba sin decírselo a mi hermano y sin usarlo porque sé que lo rechazaría. Al final alcancé una cantidad nada desdeñable que fui metiendo en el banco en una cuenta a nombre de los dos. Sabía que Juan estaba resentido con mis padres por el trato de indiferencia que nos habían dado toda la vida, pero, sobre todo y en especial, hacia mí, que era lo que más le dolía.
    
    Juan cada vez se ponía más atractivo, hasta su sobriedad y responsabilidad lo hacían aún más guapo. Tenía esa elegancia innata que tienen algunos hombres solo con su presencia. Más de alguna chica lo llamaba, o intentaba acercarse a él a través de mí, pero el hacia oídos sordos.
    
    Empecé a notar que, a veces, se metía en el cuarto de baño, y tardaba más de lo normal en salir. Pero un día supe el porqué. Ese día, por descuido, dejó la ventana del baño medio abierta y que daba a la galería donde teníamos la lavadora y el cesto de la ropa. Yo había entrado para dejar ropa sucia y cuando vi hacia dentro, observé a mi hermano sentado y con la mano derecha en su polla, moviéndola rítmicamente. Apenas era capaz de cubrir ni la mitad de aquel mástil. Era enorme, gruesa. Había visto videos en Internet y oído hablar a mis amigas de ver desnudos a novios, primos o hermanos, de cómo se masturbaban, pero nunca me imaginé que pudiesen ser tan grandes como la de Juan, y que eso pudiese entrar en un coño. Con casi 17 años mis hormonas ya estaban más que aceleradas. Yo también me había iniciado masturbándome en mi habitación, imaginándome a hombre desnudos o ...
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