1. Mi madrastra insaciable. Parte 2.


    Fecha: 08/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Gneas10, Fuente: TodoRelatos

    'Ese morbo de lo prohibido'
    
    La madrastra y el hijastro que en el podcast contaron que cuando empezaron a tener relaciones no podían parar. Casi me atraganto cuando lo escuché, ahora lo entiendo.
    
    Después de ese primer fin de semana, han pasado casi tres semanas. En ese tiempo, Sonia y yo hemos follado prácticamente cada día. Entre semana, por las mañanas, cuando mi padre se iba a trabajar, siempre hacíamos temblar las paredes, desde que nos levantábamos hasta que era la hora de comer no podíamos parar de darnos placer. Si yo estaba viendo una película de repente ella entraba y se sentaba en mi cara. Si ella estaba leyendo un libro yo se lo apartaba y se lo cambiaba por mi miembro. Por las tardes jugábamos con riesgo. Mientras mi padre se echaba la siesta, nosotros follábamos en mi cuarto separado del suyo solo por el baño, con el sonido de mi cuerpo rebotando contra su culo como riesgo exponencial, o cuando él veía la televisión mientras ella cocinaba, yo estaba entre sus piernas degustando su sexo. El morbo de que nos pillase solo hacía que el placer que sentíamos se multiplicara por cien. Las noches también eran muy divertidas. Ella sabe que a mí me gusta jugar a los videojuegos hasta tarde, pues cada noche venía cuando mi padre estaba dormido, se arrodillaba bajo mi escritorio y se retaba a hacerme perder la concentración de a lo que sea que estuviera jugando mientras me la chupaba. La mayoría de las veces ganaba, pues acababa poniéndola contra el escritorio, follándola y siendo ella la que jugaba mientras tanto. Dice que aunque no sepa jugar y siempre pierda le compensa, porque se lleva uno o más orgasmos y mi corrida. Dice que es adicta a ella. Los fines de semana también han sido entretenidos, pues mientras mi padre se va al bar a comentar las noticias deportivas con gente que él dice que entiende de estas cosas, yo también lo veía desde casa, pero con mi madrastra botando encima de mí. Era un vicio sin igual, nunca había estado tan enganchado a nada. Me acostaba recordando lo que habíamos hecho ese día y me levantaba con ganas de ver qué íbamos a hacer. Dice que es mi zorra, y yo su perro en celo. Ella se paseaba ligera de ropa por casa, con mi padre en ocasiones diciendo si no iba un poco excesiva. Yo, por mi parte, cada vez que él no nos escuchaba le decía lo tremenda que estaba.
    
    Hace dos noches no sé aún cómo no nos pilló. Estaba de nuevo ella haciendo la cena, y me dispuse a ayudarla. Entre roces y piropos, ella se agachó, me bajó el pantalón hasta las rodillas y empezó hacerme sexo oral. Joder, cómo lo hace, las succiones, los movimientos de la lengua, cómo gira la cabeza que parece un torbellino... Pues en esas, mientras yo cortaba unas patatas con ella agachada frente a mí, mi padre repentinamente aparece en la cocina. Solo una mesa en forma de isla que tenemos en medio de la cocina nos separaba, él a un lado, ella y yo al otro. Cuando llegó preguntando por ella, mi madrastra no solo no se detuvo y trató de escabullirse, si ...
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