1. La Plantación II


    Fecha: 05/11/2019, Categorías: Incesto Autor: hector37nd, Fuente: SexoSinTabues30

    ... arriba a nuestra habitación, cuando Lidia me dijo:
    
    “Tome esto don Héctor, es un ungüento para sanar las heridas de Danaé, la nena que usted rescató.” me dijo, y así fue supe su nombre.
    
    “Confío en usted Lidia, no se va a arrepentir.” Le dije al salir de la cocina.
    
    Crucé el comedor y subí la escalera con cuidado. Al entrar en nuestro cuarto, encontré a Raquel con Nat y Sandrita en la cama, los tres totalmente desnudos, excitados y gozando. Nat estaba a los chupones con la mamá, saboreándole la lengua y ella le hacía una rica paja al nene, pasándole los dedos por los huevitos también, mientras Sandrita chupaba con ganas una teta de su mami y le trataba de apretujar la otra. Raquel gemía de placer, con los ojos cerrados, gozando de las atenciones de sus hijos! Fueron los chicos los que notaron mi presencia, nuestra presencia, y dejando a la mamá con las ganas se bajaron de la cama para ver qué había traído el papá en sus brazos.
    
    “Qué le pasa a esta nena papá? Por qué está toda lastimada?” me preguntaba Sandrita, con sus tiernos ojitos clavados en las crueles marcas sobre la piel morenita de la chica.
    
    Raquel reaccionó en ese momento y se acercó también.
    
    “Esta nena se llama Danaé y un hombre malo le estaba dando latigazos!” expliqué.
    
    Raquel me miró con ojos de fuego, llenos de odio.
    
    “Te lo dije Héctor! Mi padre es un sádico, está torturando a sus siervos, incluyendo niñas como esta!” me encaró Raquel, como aseverando lo que me había contado a la noche.
    
    Coloqué a la niña con cuidado sobre el tapete de fieltro que había en el medio de la habitación.
    
    “Chicos. Esto es un secreto! Nadie puede saber que Danaé está acá. La vamos a esconder un tiempo, porque su vida corre peligro.” Ellos asintieron con su caritas radiantes, contentos de hacer algo aventurero y secreto.
    
    Danaé dejó de sollozar al escuchar todo y entender que íbamos a protegerla.
    
    Les mostré a los chicos como pasarle el ungüento curativo a las heridas, y la coloqué de costado sobre el colchón donde ellos habían dormido. Nat y Sandrita se subieron al colchón y empezaron a pasarle la medicina sobre las heridas a la pequeña, que debía tener tal vez diez añitos, no más.
    
    Me aparté con mi mujer adulta a un rincón de la habitación para hablar, mientras veíamos como nuestros niños le prodigaban cuidados y hasta amor a la pobrecita.
    
    “Tenemos que hacer algo para parar esto Héctor!” me decía ella.
    
    Yo no tuve más remedio que asentir, el hombre era un déspota y seguramente un asesino también. Raquel empezó a bajarme los pantalones. La guacha se había quedado caliente después de los toqueteos con los niños.
    
    “Cogeme mientras planeamos algo!” me dijo sin más, y un momento después estábamos garchando delante de los niños. La puse boca abajo y le metí la pija por el culo. Ella gemía como una perra en celo.
    
    “Tenemos que acabar con mi viejo!” siguió… “Todavía me acuerdo cómo me abusaba de chiquita, porque yo no quería eh?, y a mamá le pegaba! Lo odio!” me decía entre ...
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