1. La Plantación II


    Fecha: 05/11/2019, Categorías: Incesto Autor: hector37nd, Fuente: SexoSinTabues30

    Salí sigilosamente de la casa. Ni rastros de Don Julio. Bien!
    
    Fui hacia la zona de las chozas, y tampoco había nadie. Seguramente habrían ya salido todos a trabajar en los campos. Seguí caminando y divisé en la parte más lejana lo que parecía ser un sector cercado por altas cañas de bambú. Al acercarme escuché unos ruidos que me inquietaron. Parecían gritos. Llegué hasta la cerca y espiando entre las cañas pude ver una escena terrible!
    
    En medio de ese corral, por así llamarlo, se encontraba una niña colgada con sogas de sus muñecas a un travesaño de madera. Estaba completamente desnuda la chiquita y era hermosa!
    
    Sus piecitos no llegaban a tocar el suelo de tierra, y parado cerca de ella un hombre corpulento, pelirrojo y barbudo, blandía un látigo, y con total crueldad la estaba flagelando! Ví las marcas rojas en su cuerpito, en la espalda, el pecho y el vientre. Así vas a aprender a no robar putita! Le gritaba mientras la seguía flagelando. Había marcas rojas por todo su cuerpito! Me excitaba ver a la nena, pero me indignaba que la trataran así. De todos modos no pude evitar calentarme. Se me paró la pija por la escena ante mis ojos y noté que el capataz también estaba al palo.
    
    Decidí que ya era suficiente y me la jugué. Di una vuelta corriendo hasta encontrar la entrada y lo encaré al hombre, que tenía pinta de ser el capataz.
    
    “Deje ya de lastimar a esa chica!” le grité.
    
    El hombre me miró sorprendido y trató de lanzarme un latigazo a mí, pero lo esquivé y abalanzándome sobre él pude quitarle el látigo.
    
    “Pero usted quién es??!! me echó en cara, humillado y furioso.
    
    “Soy el esposo de Raquel, el yerno de Don Julio!” le dije.
    
    El hombre sólo se encogió de hombros, como indicando que eso no le importaba, pero luego de un cruce de palabras lo convencí que interrumpiera el castigo y hasta le di un par de monedas de plata para que no mencionara el asunto a nadie.
    
    El dinero pareció terminar de convencerlo. Yo me acerqué a la nena y estirándome le desaté las manos y la descolgué. Cuando la tuve en mis brazos, ella se acurrucó contra mí sollozando.
    
    “Que disfrute a la nena don!” me dijo el capataz, con una sonrisita cínica y pude notar el bulto bajo sus pantalones. Era claro que había estado disfrutando su trabajo. Otro hijo de puta más… pensé para mis adentros.
    
    Salí del cerco, con mi preciosa carga en brazos, y asegurándome que nadie nos viera la llevé hasta la casa, entrando por la parte de atrás donde estaba la cocina.
    
    Al entrar nos topamos con la señora gordita, Lidia el ama de casa. Se puso pálida al ver que traía una de las niñas siervas en mis brazos.
    
    “De esto ni una palabra a nadie!” le dije con tono amenazante.
    
    “Pe…pero don Julio….” empezó ella.
    
    “Olvídese Lidia, le puedo asegurar que todo acá va a cambiar muy pronto. Espero que usted sea inteligente y esté del lado correcto…” le dije, esperando que a buen entendedor pocas palabras. Ella hizo silencio como una forma de asentir. Me disponía a llevarla ...
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