1. Las cálidas manos de mi hermana mayor


    Fecha: 03/11/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... moverme de la cama.
    
    - Vamos, Luca, no puedes estar ahí eternamente, tienes mucha vida por delante.
    
    - Mi vida ya se ha terminado.
    
    - No digas eso, me haces sentir mal.
    
    - Pues lo siento, pero es así. Deberías salir tú a divertirte.
    
    - No pienso dejarte así.
    
    - Tú no tienes la culpa de nada.
    
    - Sí que la tengo, sé cómo se pone Maika cuando bebe.
    
    - No estaba borracha cuando me desvirgó.
    
    - Eso es verdad, no sé qué se le pasó por la cabeza.
    
    - El único polvo de mi vida, ya no seré capaz de estar con nadie más.
    
    - Claro que estarás con muchas más, solo hay que ver lo guapo que eres.
    
    - Eso lo dices porque eres mi hermana.
    
    - En absoluto, tienes un corazón de oro, hasta ella se dio cuenta.
    
    - Ya no lo tengo, me lo ha roto.
    
    Aunque intenté contenerlas, las lágrimas comenzaron a brotar. Vera me estrechó contra su busto. Sus tetas eran pequeñas, pero noté en mi cara sus pezones puntiagudos. No estaba para pensar en eso, pero era la primera sensación agradable en mucho tiempo. Mi hermana se tumbó a mi lado en la cama, mientras yo seguía con el rostro sobre su pecho.
    
    Permanecimos así bastante rato, mientras yo intentaba calmarme. Mi hermana secaba mis lágrimas y decía todo lo que se le ocurría para calmarme. Me acarició el pelo, el brazo, el cuerpo entero. Hasta que su mano fue a parar accidentalmente a mi entrepierna. Solo en ese momento, impactado por lo sucedido, dejé de llorar.
    
    La mano extraviada de Vera ya se estaba alejando cuando se dio cuenta de que aquello me había apartado momentáneamente de mi pena. Muy lentamente, la volvió a colocar en el mismo sitio, sin decir nada. Yo tampoco me atreví a hablar, solo permanecí recostado en su pecho mientras ella me manoseaba el falo por encima del pantalón.
    
    Cuando la tuve erecta, mi hermana inició una masturbación muy suave, de forma casi distraída. Yo solo era capaz de suspirar y de mirarla de reojo y ella me dedicaba sonrisas tímidas. Nunca había imaginado que eso podía suceder, pero era muy reconfortante, estaba en manos de Vera, la única persona que jamás me haría daño. Pero también me sentía mal, no quería que la culpabilidad la llevara a hacer algo que no quería.
    
    - Vera, no tienes que hacer esto.
    
    - No hables, quédate relajado y disfruta.
    
    - ¿Por qué lo haces?
    
    - Porque no quiero verte triste. Esto te calma, ¿no?
    
    - Sí, lo haces muy bien.
    
    - Pues deja que yo me encargue de mi hermanito.
    
    - Hazlo por debajo del pantalón, por favor.
    
    Sin decir nada, Vera introdujo su mano derecha bajo mi pantalón de pijama y me sujetó el tronco. Comenzó a pajearme con la misma suavidad con la que lo hacía todo. Mientras ella bombeaba, yo acaricié por encima de la camiseta uno de sus pechitos hasta hacer su pezón visible. Después lo atrapé entre mis labios.
    
    Las manos de mi hermana eran cálidas, me masturbaban lentamente, pero con firmeza. Mis suspiros lastimosos se convirtieron en jadeos conforme se acercaba el placer. Vera aumentó la velocidad de los ...
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