Un día de mierda - 2 - Relatos Eróticos

Un día de mierda - 2

... de una época de idas y venidas en nuestra relación. Cuando empezamos a salir, siendo aún estudiantes, encontramos algo que teníamos en común: el sexo. Follábamos como conejos a todas horas y en todas partes incluyendo baños de la facultad, aparcamientos de centros comerciales o cualquier otro sitio escondido en el que pudiéramos encontrarnos pero también teníamos en común nuestra falta de apego a ningún tipo de compromiso así que, de aquella, nunca tuvimos una relación formal de pareja como tal.

Yo salía con otras chicas y ella con otros tíos, incluso tuvo un novio con el que parecía que terminaría teniendo algo serio pero incluso en esa etapa, ambos le poníamos los cuernos a nuestra respectivas parejas para echar un polvo entre nosotros de cuando en cuando. Hasta llegamos a hacer alguna broma sobre montar tríos o cuartetos con las parejas del otro en algún momento. Pero parecía claro, que por muchas terceras personas que aparecieran, estábamos hechos el uno para el otro. Al menos en la cama.

Incluso cuando asentamos la cabeza y decidimos vivir juntos primero y tener críos después, seguíamos follando como al principio. Hacíamos de todo, en todas partes y a cualquier hora. Yo nunca había tenido prejuicios importantes respecto al sexo y Maite aún menos. Nuestras prácticas habituales incluían, aparte del sexo convencional, masturbaciones mutuas, sexo oral, anal y no quedaba fuera, en días señalados, el uso de algún juguete que otro o que Maite perforase mi culo con sus dedos para que, según decía, yo probase lo mismo que ella sentía cuando se lo hacía. No quiero presumir pero en aquella época y salvo por el hecho de que Maite es una mujer normal y yo no tengo 20 cm de polla, podríamos haber sido los protagonistas de cualquier peli porno.

Eso sí…exceptuando los meses en los que ella estuvo embarazada. Porque si los instintos son fuertes, las hormonas lo son aún más y en el primer embarazo Maite fue perdiendo paulatinamente las ganas hasta que a partir del tercer o cuarto mes ya no volvimos a hacerlo. Me obsequiaba con alguna pajilla cuando me veía muy desesperado pero a mi la cosa tampoco me hacía mucha gracia. Si ella no disfrutaba y lo hacía por hacerme un favor, no era lo mismo. Así que cuando un par de años después, una tarde al volver después de llevar tres días de viaje fuera, me encontré con que a Maite no le apetecía hacerlo, me olí que algo raro pasaba y no fallé. Estaba de nuevo embarazada. Por eso aquel día, en ese hotel, yo llevaba ya un par de meses de abstinencia y seguramente cuando subiese a la habitación o a la mañana siguiente al levantarme, caería una pajilla.

Pues estamos cojonudos, contestó Javier a mi comentario. Yo lo dejé con mi ex hace ya unos meses y desde entonces ando igual, admitió riéndose.

Nos fuimos hacia los ascensores para subir a las habitaciones. Yo iba ya un poco tocado por los güisquis que me había tomado y cuando llegué a mi planta resultó que Javier salía también de su ascensor. Teníamos las ...